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Fallece la pionera de la astronomía chilena

Fallece la pionera de la astronomía chilena

Carmen Adelina Gutiérrez Alonso nació el 27 de mayo de 1925. Siempre interesada en la ciencia, Adelina egresó del Liceo María Auxiliadora de Santiago el año 1942. Su objetivo era investigar y enseñar ciencia. Estudió para ser profesora de física y matemática en el antiguo Pedagógico de la Universidad de Chile, de dónde egresó con el título de profesora de Estado, en el año 1948.

Sus comienzos formales en la ciencia los realizó ingresando a la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile el 1 de junio de 1949, específicamente al Observatorio Astronómico Nacional, que por ese entonces estaba ubicado en la comuna de Lo Espejo a la altura del paradero 34 de Gran Avenida – terrenos que actualmente son parte de la Base Aérea El Bosque - y que conducía el entonces director Rómulo Grandón.

Sus primeros años trabajando estuvieron abocados a la reducción de datos astronómicos obtenidos por otros colegas; uno de ellos su propio esposo, el científico Hugo Moreno León, a quien conoció durante su época como estudiante de pregrado en el Pedagógico y con quien se casó y tuvo tres hijos.

La dupla Gutiérrez-Moreno fue muy prolífica desde el punto de vista astronómico, tanto así que compartieron una gran cantidad de publicaciones científicas. “Ellos trabajaban juntos. Para mi mamá el hecho de haber tomado una opción poco común para el ambiente femenino la llenaba de orgullo”, recuerda su hijo menor Alfredo Moreno. Cualquiera que investigue sobre ella encontrará al menos 65 publicaciones con su nombre, de las cuales 35 son categoría ISI.

Primera Doctora y formadora de las nuevas generaciones

No obstante sus grandes logros profesionales previos, la sra. Adelina Gutiérrez deseaba aprender más sobre la astronomía. Fue así que hacia fines de los años 50’ viajó a la Universidad de Indiana, en Estados Unidos, donde se graduó como Doctora en Astrofísica en el mes de junio de 1964, convirtiéndose así en la primera chilena en obtener dicho grado académico dentro de la disciplina.

A su regreso y con la motivación que la caracterizaba, Adelina junto a Hugo Moreno y Claudio Anguita – en ese entonces director del Departamento de Astronomía de la Universidad de Chile, quién había sucedido en el cargo al prof. Federico Rutllant - trabajaron en la confección de la primera Licenciatura en Astronomía del país, la que recibiría a sus primeros alumnos en el año 1966. Adelina fue desde el inicio la jefa de la carrera, enseñando una diversidad de cursos y gestionando la parte administrativa.

Posteriormente la astrónoma también contribuiría a la confección temática del Magíster en Astronomía (1976), especialidad que se imparte hasta nuestros días en la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile.

Por su aporte a la astrofísica, en el año 1967, la  Academia Chilena de Ciencias del Instituto de Chile integró a la científica a su lista privilegiada de investigadores (miembros de número), siendo la primera mujer que ingresó a dicho corpus en la amplia casona ubicada en el barrio Bellas Artes.

La astrónoma, maestra de varias generaciones, protagonizó un verdadero hito en el ambiente académico nacional, sobre todo en una época en que las ciencias exactas aún no era un camino para las mujeres.

Pionera en fotometría fotoeléctrica de estrellas australes, Adelina fue autora de una docena de libros y  manuales de estudio entre los que se cuentan: “Determinaciones astronómicas realizadas con teodolito”, su primera publicación redactada 1953, y "Astrofísica General",texto fundamental y obligatorio para varias generaciones de jóvenes estudiantes de la disciplina, redactado íntegramente en español.

Otro de sus libros fue “Observando Los Astros”, en donde podemos apreciar su conocimiento y su pasión por las materias que le alucinaban. “Los grandes adelantos científicos suelen estar ligados a la invención de nuevos instrumentos. Es por eso que cuando pensamos en el telescopio recordamos inmediatamente su larga y exitosa asociación con la astronomía. Si no fuera por esta interacción, nuestro conocimiento actual de los cielos sería similar al que tenían los astrónomos del renacimiento, que pensaban que el Sistema Solar llegaba hasta la órbita de Saturno y que el límite exterior de nuestro universo eran las estrellas visibles a ojo desnudo”, explica Gutiérrez en dicho texto.

Adelina Gutiérrez fue nombrada como académica de jornada completa el 1 de enero de 1974 y jubiló el 30 de diciembre de 1987. No obstante, se reincorporó a la Casa de Bello el 1 de enero de 1990, mediante un jornada parcial, para abandonar definitivamente el trabajo científico el 30 de junio de 1998.

Adelina y su hogar

No todo en la vida de la astrónoma era investigar, publicar y enseñar. Junto a su esposo Hugo Moreno compartieron no solo el conocimiento del mismo rubro académico, sino que también la crianza de sus tres hijos: Hugo, Carmen y Alfredo Moreno.”Eran un lindo matrimonio”, recuerda su hija Carmen.

Adelina era una madre muy comprometida con su trabajo y preocupada de que sus hijos también conocieran el mundo que ella investigaba. A sus tres pequeños siempre los llevó de paseo al Planetario y a conocer los telescopios que estaban en el cerro Calán y Tololo. “Le encantaba hablar de astronomía, tanto así, que nos explicaba la teoría de los hoyos negros de una forma sencilla para que comprendiéramos. Mi madre narraba un mundo maravilloso y era impactante cómo lo enseñaba”, cuenta su hija.

Ávida de conocimiento, Adelina era una mujer intelectualmente inquieta. Le gustaba la música, el cine, la astronomía y la literatura. Sus libros de cabecera siempre fueron los de Agatha Cristhie, Bárbara Wood, Edgard Alan Poe, Alberto Fuget, Gabriela Mistral y Gustavo Adolfo Becker. Estos últimos autores eran su inspiración a la hora de escribir poesía, una de las pasiones más íntimas de Adelina. “Recuerdo haber leído unos poemas que le escribió a la Virgen”, menciona su hija Carmen.

Adelina Gutiérrez, falleció a los 89 años y sus restos fueron enterrados el pasado domingo 12 de abril en el Parque del Recuerdo. Su historia entrega un legado científico y vivencial que es parte del patrimonio cultural de Chile.

 

 

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