En 1913, Justicia Acuña era la única mujer entre todos los alumnos de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas (FCFM) de la Universidad de Chile. En 1919 cuando egresó, se convirtió en la primera ingeniera titulada en Sudamérica.
Le siguieron las primeras arquitectas (a principios del siglo XX la carrera era parte de la FCFM), y sólo en 1933, otra ingeniera civil: Rosario Jacques Barra. En los años 50, aunque había dos mil mujeres estudiando en las universidades nacionales, sólo ocho habían obtenido el título de ingeniero en la Universidad de Chile, según reporta el libro “100 años Escuela de Ingeniería y Ciencias 1917-2017”. Y en los años 80, las mujeres todavía representaban sólo el 10% de todo el alumnado en la Facultad.
Si bien el número de mujeres en Beauchef continuó aumentando, para 2002 recién alcanzaban el 18,6%, y más de una década después llegaron al 19,6% (2013).
En la FCFM, conscientes de la importancia de la diversidad de género en ingeniería y ciencias, en 2013 crearon el Programa de Ingreso Prioritario de Equidad de Género (PEG), mediante el cual las primeras 40 mujeres que quedaran en lista de espera para ingresar a la Facultad luego del puntaje de corte, tendrían un cupo asegurado. Ese año las postulaciones de mujeres aumentaron en más del 27% y el porcentaje de matriculadas para 2014 llegó al 27,7%, muchas más que las 40 beneficiadas por el programa. En 2018 se marcó un hito cuando llegaron al 32,8% de la matrícula de primer año. Actualmente, las mujeres representan el 27% de todo el alumnado.
“La creación del programa PEG significó no sólo un aumento de las mujeres matriculadas, sino que un incremento muy significativo de las postulantes mujeres en todos los rangos de puntaje. En otras palabras, las postulantes del país confiaron en que nuestra Facultad es seria en su intención de evolucionar hacia un espacio de igualdad de género, de respeto y de reconocimiento a los talentos de todas las jóvenes. Esto nos tiene inmensamente satisfechos”, dice James McPhee, vicedecano de la FCFM.
Florencia Miranda, hoy estudiante de Ingeniería Civil en Computación, fue parte de la primera generación beneficiada por el PEG. Estaba entre estudiar Ingeniería y Pedagogía en Matemáticas, pero no lo dudó cuando recibió el llamado para avisarle que había quedado en la FCFM. “He tenido suerte, nunca me he dado cuenta de que me hayan discriminado. Al principio era incómodo cuando todo el mundo hablaba de sus puntajes (PSU). A mí no me fue tan bien como a ellos”, señala. Hoy sí. No tiene ramos reprobados y además es voluntaria de Niñas Pro(gramadoras), iniciativa de alumnas y exalumnas de la FCFM en la que realizan talleres de programación para escolares.
“Somos súper pocas mujeres computinas, tenemos un grupo de seis generaciones y somos como 20. Hay una brecha y es fuerte igual. Las niñas son inseguras, escriben sus códigos, resuelven sus problemas, pero uno pregunta: ¿lo probaste? Y responden ‘no, es que no creo que esté bueno’. A todas nos pasa, no nos atrevemos, nos da miedo fracasar y se debe un poco a que nos enseñan a ser perfectas, porque ‘tengo que hacerlo bien y además, mostrarle a mis compañeros que yo sé hacerlo bien’”, dice.
Iniciativas que fomenten el ingreso de mujeres a la ingeniería y ciencias, como el PEG o Niñas(Pro), todavía son necesarias, agrega. “No es que las niñas no quieran estudiar ingeniería, es que no nos atrevemos a estudiar ingeniería. Pero con el PEG sí o sí van a ingresar más niñas, y es una motivación, porque no vas a estar sola”, asegura Florencia.
Lo mismo opina Dania Araya, estudiante de Ingeniería Civil, quien también ingresó por el PEG en 2014. “Lamentablemente estas iniciativas son muy necesarias. Desde que somos chicos hay un sesgo muy grande entre lo que se espera de un niño o una niña, y la ingeniería y las matemáticas se ven como algo masculino. Cuando chica jamás pensé en estudiar ingeniería, era algo súper lejano, tampoco conocía a ninguna mujer que lo fuese, y a esa edad, eso obviamente influye. Después entré a un colegio de mujeres y ahí ya no sentí que hubiesen ramos o carreras para hombres solamente”, cuenta. “Es verdad que no resuelve de raíz el problema del porqué ingresan pocas mujeres a estudiar ingeniería y ciencias, pero sí ayuda a que más mujeres ingresen”, sostiene.
Melissa Carreño, estudiante de Ingeniería Civil Mecánica, también de la primera generación con PEG, dice que este tipo de medidas, aunque provisorias, en cierta medida tienen el poder de cambiar la mentalidad de la sociedad. “Entre más mujeres ingenieras haya, más niñas van a verlo como una realidad”, indica.
“Es necesario tener más mujeres en ingeniería, y el hecho de que a las mujeres nos guían por otro camino a lo largo de nuestras vidas es una realidad. No creo que entren menos mujeres porque nos cueste más, sino porque nos hacen creer desde niñas que la ingeniería es para los hombres. El programa PEG me parece una medida efectiva por ahora, pero definitivamente hay que cambiar la forma diferencial en que educan a los hombres y mujeres desde niños”, enfatiza.
Lo que falta
Que sea un ambiente más acogedor, diverso y no tan masculinizado están entre las aspiraciones de las beauchefianas, pues todavía deben soportar bromas machistas. De acuerdo a las estadísticas de Gestión Docente, el porcentaje de retención en las estudiantes que ingresan por PEG es similar al del ingreso por PSU (93% vs 95%, en 2017), e incluso lo superó en 2016, ya que el 100% de las ingresadas se mantuvo al segundo año. En el porcentaje de aprobación ocurre algo parecido.
Hombres y mujeres son diferentes en hartos aspectos y es bueno tener un poco de ambos. Y no sólo con hombres y mujeres, es bueno tener gente de otras partes, diferentes países, diferentes universidades, etc. Todos tienen distintos puntos de vista y eso le entrega riqueza a las empresas. Y a todo, en realidad”, dice Melissa.
Programa de equidad de género en la academia
La preocupación por fomentar la equidad de género dentro de la Facultad no ha sido sólo en el ámbito estudiantil. El bajo número de académicas en las aulas de Beauchef también se ha transformado en un desafío que no ha sido fácil, pero ha tomado impulso luego de que a mediados de 2014 se creara el Programa de Equidad de Género en la Academia. La iniciativa consta de dos líneas de acción: priorizar la contratación de mujeres por sobre hombres en igualdad de antecedentes y competencias, e invitar a mujeres con título profesional o magíster a iniciar su carrera académica en paralelo a su especialización doctoral. De esta última, seis beauchefianas ya son parte del programa: cinco se están perfeccionando en el extranjero y una acaba de volver para comenzar su labor académica en la FCFM.