Este semestre estoy dictando, por primera vez, el curso “Sistema Climático” en la FCFM (GF3004) y en ese curso, entre otras cosas interesantes, se describe el clima terrestre como un sistema complejo: sí, no sólo complicado sino complejo. Por ello, le he estado dando vueltas a esto de las propiedades emergentes y a la necesidad de las aproximaciones holísticas versus las reduccionistas.
Efectivamente, un sistema complejo como el climático, donde las personas somos parte o subsistema (Antropósfera), no puede ser entendido a partir del funcionamiento de sus partes por separado, sino que requiere ser visto entre las partes y sus múltiples relaciones. Y eso hace preguntarse si las ecuaciones diferenciales son la mejor representación matemática o si sería mejor abordar el problema con ecuaciones booleanas retrasadas como se ha planteado por algunos. O más cotidianamente, si la estructura departamental es la más apropiada para una universidad compleja como la nuestra. Pero esas son disquisiciones para otro momento.
El ¡ahora ya! nos pone ante los desafíos de un sistema climático que está cambiando aceleradamente a partir de la mayor obra de geoingeniería de la historia de la humanidad: el uso de combustibles fósiles al punto de perturbar el sistema climático en su funcionamiento, alejándolo de su equilibrio holocénico. Y ahora ante el riesgo ya manifestado -por ejemplo, a través de buena parte de las megasequías de Chile centro y sur o California y sus múltiples consecuencias– y por manifestarse si seguimos, como lo hemos hecho, aumentando las emisiones de dióxido de carbono y otros agentes climáticos, tenemos que descarbonizar. Por más de 30 años, en un tono cada vez más asertivo y preciso, la comunidad científica internacional ha venido proveyendo antecedentes, evidencias, escenarios de lo que ha pasado y de lo que puede pasar. Y eso lentamente se ha visto reflejado en los discursos y las acciones, por ejemplo a través del Acuerdo de París.
Pero de repente, ¡sorpresa!, una adolescente neuroatípica (Asperger) se nos aparece cual Pepe Grillo y discurso tras discurso nos pone la misma evidencia científica por delante y nos insta a cambiar el comportamiento, a consumir menos, a cuestionarnos lo que comemos o cómo nos movemos o cómo convivimos. Y como en un sistema complejo, emerge el fenómeno Greta Thunberg y los parlamentos, los periodistas, las redes sociales y tantos más la escuchan y, pareciera que la escuchan más que los científicos. Ojalá, ello logre acelerar la toma de decisiones, basada en evidencia, del Acuerdo de París que debiera guiar la acción de los estados, los individuos y los colectivos y que tendrá lugar en Chile en diciembre durante la COP25. Ojalá sí sea la COP de la ambición en descarbonización y de la esperanza de un mundo mejor y sostenible que el actual.
Creo que la FCFM y la gente que la constituimos, entre otras instancias y colectivos, tenemos mucho que aportar en la discusión y la acción. En cualquier caso, las reglas de tres simples no serán suficientes. Tampoco podremos quedarnos como observadores externos. Se requerirá más entendimiento de la complejidad.