El 2020 ha sido un año asombroso. Introdujo a la fuerza a toda la Universidad, y al mundo, al espacio de la virtualidad. Clases, procesos, convivencia, todo se ha esfumado de la realidad física y ha aparecido en un espacio virtual, al que se llega por una puerta pequeña, una pantalla oscura con sus extrañas claves de acceso. Y allí, enfrentados a un amenazante laberinto de menús y despliegues de ventanas, hemos debido observar, caminar y explorar con premura nuevas metodologías, empujados por la necesidad de mantener la continuidad del trabajo.
Como no nos manejábamos bien en este nuevo mundo, a ratos nos consumíamos en una maratón de reuniones Zoom, sentados en cualquier parte de la casa o, incluso, caminando o viajando. Así, hemos pasado desde el cansancio extremo, a la angustia, la derrota, pero también a la alegría de los primeros aciertos, a la confianza de la maniobra repetida. Aprendimos finalmente.
Y la virtualidad trajo buenas cosas. Las comunicaciones se han convertido en un área estratégica e indispensable para el funcionamiento de nuestra institución. Curiosamente el 2020 tuvimos más foros, más cursos, más ferias y más eventos que en un año normal, y desde la Dirección de Vinculación Externa de la Facultad, hemos logrado crear una Escuela de Verano 100% en línea y exitosa.
Asimismo, desde las relaciones internacionales, el contacto con nuestras contrapartes en China, Estados Unidos y Europa nos alertaron tempranamente de algunos problemas que debíamos afrontar, porque todos en el planeta estábamos viviendo lo mismo. Surgieron los programas de intercambio en línea, donde estudiantes de diferentes partes del mundo asisten virtualmente a clases dictadas por nuestros profesores y, a la vez, nuestros estudiantes pueden tomar ramos de una gran gama de prestigiosas universidades internacionales.
También desarrollamos el primer encuentro estudiantil internacional, que reunió a las universidades de Los Andes de Colombia, el Tecnológico de Monterrey de México, la Universidad Tecnológica de Panamá y nosotros. En ese espacio, 75 estudiantes de estas instituciones presentaron proyectos vinculados a los Objetivos de Desarrollo Sustentable de la ONU, lo que permitió conocer distintas miradas y enriquecer las propuestas de los proyectos. Congregamos, así, a jóvenes y profesores de cuatro países en un lapso de tres horas, en un espacio común que, luego de finalizado, permitió a cada cual volver a sus respectivas actividades y continuar su día con normalidad. El milagro de la virtualidad.
Nos vinculamos con actores de la industria, el mundo público y privado, para potenciar nuestras plataformas de emprendimiento de la Facultad en la Semana de la Innovación. De manera virtual, la FCFM dio a conocer al sector productivo la investigación aplicada en áreas que son tendencia a nivel nacional e internacional.
Nos desafiamos también para convocar a la comunidad de estudiantes de educación básica y media. Por medio de actividades en línea de atención individual diaria, charlas masivas y un evento abierto a toda la comunidad: “Un viaje por la ciencia”, superamos nuestro alcance histórico en territorialidad y atención de orientación vocacional.
Quizás el aprendizaje mayor en este tiempo ha sido ejercitar la flexibilidad, estar dispuestos a aprender cosas nuevas todos los días, a identificar nuevos desafíos y a estar abiertos a nuevas formas para resolverlos. Bienvenido el extrañamiento virtual.