Hace pocos días, la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, aprobó la medida de instaurar, por primera vez en la historia de la universidad, 40 cupos de ingreso exclusivo para mujeres. Esta noticia fue recibida con gran alegría por las académicas de nuestra Facultad, quienes hemos impulsado esta iniciativa desde sus inicios y la consideramos como un importante primer paso para la equiparación de oportunidades para las mujeres.
Esta medida no sólo ha llegado con alegría, sino también con ciertos reparos por parte de un sector de la comunidad, por lo que consideramos es importante dar contexto y difundir las motivaciones de esta acción. Esta acción, para nada insulta la inteligencia de las mujeres, sino que se hace cargo de las diferencias, en cuanto a educación y oportunidades, que reciben la mayoría de las mujeres en matemáticas y ciencias durante su formación. Este factor, entre otros, hace difícil que las mujeres se presenten en igualdad de condiciones ante la PSU que es “la” forma de decidir el ingreso a las universidades en Chile. La PSU es una prueba en la cual curiosamente a las mujeres les va peor que a los hombres, a pesar que en el colegio éstas tienen mejores notas en general. Esta diferencia se hace aún mayor cuando miramos los resultados para matemáticas y ciencias.
¿Significa esto que las mujeres “no tienen cabeza” para las matemáticas o que a las mujeres no les gustan las carreras con base científica y tecnológica? ¿O será que este tipo de carreras son vistas como poco femeninas por la sociedad, y por lo tanto la sociedad misma, no estimula en las niñas el gusto por las matemáticas, o peor, las descartan de plano para ellas? Creemos que vale la pena mirar parte de nuestra historia, que no es muy distinta a la de otros países, para entender este comportamiento: La primera vez que en Chile se planteó la importancia del ingreso de la mujer a la universidad y, en particular, qué profesiones científicas eran apropiadas para ellas, fue a fines del siglo XIX. En ese entonces, entre las profesiones científicas consideradas adecuadas estaban abogada, matrona y médico, pero (cita textual) “nunca podrían ser cirujanos, flebotomistas, ni injenieros” [1]. Es así como nuestra sociedad parte con un sesgo con respecto a qué profesiones son para las mujeres y cuáles no, influyendo directamente sobre qué asignaturas se les debe enseñar para que puedan seguir las carreras apropiadas para ellas. Aunque en estos días, lo que se imparte en matemáticas y ciencias tanto a niñas como a niños debiera ser igual, el desempeño de las niñas es idéntico al de sus compañeros hasta 4to básico, pero de ahí en adelante siempre les va peor que a los hombres, hablando en términos generales. Estudios realizados en Chile y en el extranjero [2,3,4] indican que este sesgo en la enseñanza escolar es producto del sistema educacional y del entorno familiar, en donde es considerado “aceptable” que las niñas no aprendan bien matemáticas. Vale destacar que esta misma situación no es aceptable en el caso de los niños, ya que la sociedad tiene otro conjunto de expectativas respecto a ellos.
Es entonces en este contexto que considera, por una parte, el sesgo histórico y educacional y, por otra, la creciente demanda por contar con más ingenieras, que nuestra Facultad se la está jugando por crear un cupo de 40 vacantes por Equidad de Género (lo que representa aprox. un 5% adicional a los alumnos que ingresan cada año). Consideramos que la capacidad de las alumnas que ingresen por ésta vía no es cuestionable, pues entrarán con tan sólo 5 o 10 puntos menos que el puntaje de corte, que el año pasado fue 718. Ésta no es la única medida de selección diferente a la PSU que se aplica en la Facultad, por ejemplo, hace años que se cuenta con cupos especiales que privilegian las notas por sobre la PSU para alumnos de escuelas vulnerables (además de cupos deportivos y de Bachillerato). Cabe destacar que este tipo de ingreso excepcional no afecta el nivel de los egresados, ya que a todos se les exige lo mismo dentro de la carrera.
El ingreso especial para mujeres es una medida efectiva a corto plazo, pero para que sea efectiva a largo plazo se debe hacer desde ya una difusión focalizada en liceos y colegios. Estamos convencidas que medidas como éstas ayudarán a que las estudiantes vean la ingeniería como una carrera atractiva en donde desempeñarse y que a mediano plazo no serán necesarias medidas de discriminación positiva. Es importante que las familias apoyen a sus hijas al momento de evaluar la posibilidad de seguir carreras científicas o tecnológicas y no las traten de convencer que lo más apropiado es una carrera convencional. Es un hecho reconocido que a las ingenieras les va muy bien y son cada vez más apreciadas tanto por sus capacidades técnicas como por sus habilidades comunicativas y de trabajo en equipo. Los equipos de trabajo se ven enriquecidos con la participación de mujeres, existiendo incluso universidades en EE.UU. que admiten 50% hombres y 50% de mujeres en Ingeniería.
Es por estos y muchos más motivos, que las académicas de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile aplaudimos medidas como éstas. Nos sentimos orgullosas de que nuestra Universidad valore la contribución de las mujeres a la Ciencia y tome acciones concretas para corregir desigualdades históricas, educacionales y sociales.
[1] “Profesiones científicas para la mujer”, E. Turenne. Revista Chilena fundada por Miguel Luis Amunátegui, Diego Barros Arana. Tomo VII. Santiago. 1877.
[2] “Análisis de Género en el Aula”. SERNAM, Departamento de Estudios y Capacitación. Documento de Trabajo N.117.
[3] “Gender Gaps in PISA Test Scores: The Impact of Social Norms and the Mother’s Transmission of Role Attitudes”, A. González de San Román and Sara de la Rica Goiricelaya. 2012.
[4] “An Empirical Analysis of the Gender Gap in Mathematics”, R. G. Fryer and Steven D. Levitt. 2009.