-¿Cómo recuerda el encuentro que tuvieron en el auditorio del Liceo Federico Varela para el estreno del documental “Anchallulac, aguas abajo”?
Al principio era un encuentro con sentimientos encontrados, debido a que se conmemoraban dos años de una tragedia que marcó nuestras vidas, lo cual –posiblemente- marcaba distintas expectativas en todos los que asistimos al evento.
-¿Qué impresión le dejó el trabajo del documental?
Me dejó una sensación e impresión de optimismo. Más allá de la tragedia que todos esperábamos visibilizar en el documental, reflejó la fuerza y la convicción de los entrevistados y de las historias mostradas. Retrató la condición que marca la esperanza, las ganas de reconstruir a partir de uno mismo.
-¿Cómo describiría la reacción de la comunidad?
En general, la reacción de la comunidad fue positiva. Esta instancia permitió reconocer que necesitamos comenzar a construir a partir de nuestros propios saberes, de nuestra experiencia y que la experiencia vivida, con todo lo trágico que conlleva, nos permite crecer y conocer nuestro medio natural.
-¿Cómo valora este tipo de proyectos donde se unen investigadores de distintas disciplinas y realizadores para registrar la memoria de un pueblo, a partir del hito de un desastre natural?
En la experiencia vivida, a través de este proyecto, se pudieron concretar articulaciones, desde los niveles socioculturales, psicológicos, legales y de conocimiento científico geológico, qué hicieron crecer nuestro fundamentos y pensamientos. Permitieron dignificar el momento que, de alguna forma coartó nuestras esperanzas, coartó capacidades de resolución, minimizó las posibilidades de surgir.
Con el proyecto, fundamentado en la reconstitución de saberes, nos permitió visibilizar lo que tenemos y lo que nos queda por hacer, no sólo en aspectos materiales, sino también, lo que queda por hacer en aspectos humanos, apuntando el fortalecimiento del trabajo con nuestros niños.
Para nuestra comunidad educativa, la implementación de este proyecto, marcó un hito importante ya que, sirvió para reformular aspectos de seguridad, de sanidad física y mental, aspectos que tienen que ver con el fortalecimiento individual y colectivo de una comunidad que ahora valora más aún lo que tiene.
-¿Qué mensaje siente que este proyecto inspira a la comunidad de Chañaral?
En una comunidad como la nuestra, donde los espacios de distracción y desenvolvimiento ya son mínimos, las pérdidas pueden marcar de manera significativa y relevante, comúnmente marcan desesperanza sobre la desesperanza.
El hecho de pensar que, lo poco que teníamos, se perdió, puede desencadenar, niveles de frustración, que no permiten visionar y/o visibilizar los procederes y actuaciones que nos permiten encontrar una salida.
La presentación del proyecto permitió sensibilizar la posibilidad cierta de abrir ventanas, posibilidades que debíamos abrir a partir de nuestras realidades, de nuestro territorio, desde nuestra catástrofe.
Cuando nos permitimos la libertad de verificar la realidad, sustentada en nuestras propias fortalezas, valorando el paisaje y el entorno que nos queda, no sólo encontramos ventanas, encontramos puertas abiertas... Y pensamos en posibilidades de muros, pero muros que se pueden saltar o derribar.
Nuestra esperanza no es nueva, no quedó parchada, ni rebuscada...nuestra esperanza está renovada.
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