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Ser mujer y estudiar un postgrado

Ser mujer y estudiar un postgrado

Si bien las matrículas de mujeres en postgrados ha aumentado en los últimos años, el escenario al que deben enfrentarse sigue siendo poco amigable. Actualmente se viven cambios sociales que han puesto al feminismo como tema prioritario en nuestro país, por ello, es fundamental tener claridad a lo que se enfrenta una mujer cuando decide seguir estudiando o desarrollar una carrera académica.

Es así que la Escuela de Postgrado y Educación Continua de la FCFM creó el área de género en 2017, unidad que comenzó su trabajo con un diagnóstico a través del estudio de caracterización de las estudiantes de postgrado en la FCFM, cuyos resultados dieron cuenta de la percepción que las mujeres tienen de sí mismas y de cómo el género condiciona su desempeño académico.

“La identidad de género se refiere al modo en que cada participante siente y expresa qué es ser mujer, a través de su comportamiento, manera de vestir, su forma de hablar y, en general, de expresarse. Al analizar las respuestas de las entrevistas en el estudio, surgen con frecuencia experiencias en relación a comentarios o juicios que les parecen ofensivos en relación a su identidad de género”, señala Cecilia Sotomayor, socióloga encargada del área de género en la Escuela de Postgrado y Educación Continua, quien agrega que “estos estereotipos incluso tienen que ver con las oportunidades, porque existen ciertos sesgos hacia las mujeres en la postulación a pasantías a ciertos concursos académicos”.

El análisis se llevó a cabo a partir de 16 entrevistas semiestructuradas a mujeres estudiantes de postgrado, y tomó en cuenta sus principales coincidencias y diferencias, agrupando los resultados según las expectativas académicas y personales que tenían antes de ingresar al programa; identidad de género; visión de estereotipos; el reconocimiento intelectual y las condiciones de igualdad existentes entre hombres y mujeres.

Seguir el camino del estudio

Para la mayoría de las entrevistadas su motivación por seguir estudiando es personal. Sin embargo, en algunos casos la motivación personal entra en tensión con las expectativas culturales y familiares, por ejemplo, la necesidad de conformar una familia, tener hijos y luego asumir el cuidado de ellos.

“En Chile como en Argentina, y en casi toda Latinoamérica, existe machismo. Está instalado en la cultura latinoamericana que la mujer es el alma del hogar, que ser madre y estudiar es casi incompatible, porque es súper difícil desligarse del concepto de cuidado-mujer”, señala Sofía Aramburú, licenciada en ciencias sociales y egresada del Magíster en Gestión y Políticas Públicas del Departamento de Ingeniería Industrial, quien fue madre de mellizos mientras cursaba el programa. Sofía indica, además, que “se hace difícil lograrlo, pero es posible porque también depende de uno el hacer que las cosas cambien, compatibilizar los roles, porque el padre y la madre tienen las mismas responsabilidades y derechos”, indica la estudiante de nacionalidad argentina.

Algunas suman a esto la presión que existe en términos de prejuicios físicos. “Hay estereotipos que asocian, por lo general, a una mujer más arreglada o más bonita con menores capacidades intelectuales. En mi caso, tengo el pelo azul y tatuajes, justamente porque me gusta desafiar los estereotipos físicos de las personas que se dedican a una carrera científica. Creo que es importante que en todos los ámbitos de la sociedad se deje de valorar a las personas por su apariencia física”, dice Belén Barraza, ingeniera civil y estudiante del programa de doctorado en Fluidodinámica.

Cecilia Sotomayor indica que los estereotipos de género generan ideas o imágenes comúnmente aceptadas y en la mayoría de los casos corresponden a construcciones sociales desde la identidad de género. “Estos se conforman a partir de la educación sociocultural impartida a mujeres y hombres, lo que resulta ser un sustrato ideológico que opera, en gran parte, de forma inconsciente y actúa determinando los comportamientos. Las entrevistadas reconocen que todavía no es habitual encontrar mujeres científicas, por tanto, el estereotipo que describen son mujeres valientes y aguerridas con, incluso, cierta forma de vestir predefinida”, declara Sotomayor. No obstante, según muestra la investigación, identificar estas cualidades no es suficiente, pues las entrevistadas agregan que son inseguras al plantear sus conocimientos, por tanto, se ven amenazadas por el estereotipo de género de que las mujeres son ajenas a la ciencia.

Entre los estereotipos más frecuentes que señalaron las entrevistadas, se destacan rasgos emocionales que muestran a las mujeres como vulnerables a la opinión de sus pares o bien sobrecargadas de responsabilidades. En algunos casos, incluso, llegan a dudar de sus capacidades, sólo por ser mujeres.

La información obtenida en el diagnóstico está siendo utilizada con fines de mejoramiento de la calidad de los programas a partir de asegurar igualdad de condiciones entre los y las estudiantes, independiente de su género.

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