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En el célebre artículo "How GE is disrupting itself"(Harvard Business Review, 2009), el Presidente y CEO de General Electric, Jeffrey R. Immelt, explica la forma en que esa corporación cambió el modelo que había seguido por décadas. Compañía de base tecnológica fundada en 1890 por el inventor estadounidense Thomas Alva Edison, hoy con cerca de 300.000 empleados y presencia en más de 100 países, tradicionalmente GE había concebido y perfeccionado productos de alta calidad made-in-USA, para luego adaptarlos a otros mercados alrededor del mundo. Con la convicción que ese modelo ya no es suficiente, Immelt y sus coautores argumentan que es necesario combinar el enfoque tradicional con un nuevo modelo llamado de "innovación inversa". Este último consiste en buscar en los países emergentes tanto ideas como talentos para desarrollar nuevos productos con impacto en sus economías locales, para luego distribuirlos globalmente. No sin tropiezos, este enfoque de innovación inversa está siendo seguido por diversas multinacionales de base tecnológica en todo el mundo. Si bien la atención prioritaria está puesta en los gigantes tales como China e India, innovaciones con alcance global pueden perfectamente provenir de países como Chile, en la medida que seamos exitosos en cultivar un atractivo ecosistema de innovación y emprendimiento tecnológico, abierto y dinámico.

Lo anterior abre tremendas oportunidades para las nuevas generaciones de ingenieros, geólogos y científicos que se forman en nuestras aulas. También plantea importantes desafíos para quienes tenemos la responsabilidad de ofrecerles una experiencia educativa que los prepare para ser localmente relevantes y globalmente competitivos. Sin duda esto requiere apertura y flexibilidad para introducir estrategias disruptivas de enseñanza-aprendizaje. Pero también debemos identificar y proteger los aspectos fundamentales que debemos potenciar en su formación.

Una pista que podría contribuir a dilucidar esto último quizá la proporcione la carrera del propio Immelt. En una reciente entrevista (Business Insider, 9 de diciembre de 2015), Immelt señaló que su calificación más valiosa no es precisamente su MBA de Harvard, sino que su licenciatura en Matemáticas Aplicadas de Dartmouth. "Uso mi formación en matemáticas todos los días - no utilizo tanto el MBA," señaló Immelt. Para él, dominar el funcionamiento de una empresa se trata realmente de la resolución de problemas, algo sobre lo que aprendió en sus estudios de pregrado, debido a "la inherente curiosidad intelectual en torno a las matemáticas y la física. Puedo ver cada situación como un problema a resolver, y nunca he perdido mi pasión por eso mientras he crecido en mi carrera," agregó.

Estoy seguro que comparto con ustedes la experiencia de la pasión a la que se refiere Immelt, la misma que muchas veces nos ha impulsado a quedarnos trabajando hasta las 3am hasta resolver ese problema que nos obsesiona, muchas veces por la sola satisfacción de haberlo resuelto. Innovemos sin perder nunca esa pasión.

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