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Editorial Carolina Matheson

En el ámbito de la enseñanza y aprendizaje de ingeniería y ciencias estamos enfrentando una serie de nuevas perspectivas y desafíos que han llevado a diversas universidades a replantearse cuáles son los mecanismos necesarios para promover y colaborar con los equipos docentes en el logro de sus objetivos formativos. Tales desafíos aluden a la necesidad de crear oportunidades para que los estudiantes logren aprendizajes cada vez más profundos, vinculados por ejemplo a la capacidad de resolver problemas en contextos de creciente incertidumbre y complejidad, a crear soluciones innovadoras y sustentables, a emprender, a trabajar en equipos multidisciplinarios y a comunicarse efectivamente en un contexto globalizado. Es fundamental también que cuenten con las herramientas para contribuir a las necesidades del entorno con pensamiento crítico, ético y compromiso social.

Desde una perspectiva institucional ¿Cómo estamos abordando estos desafíos en la práctica? Hace más de cuatro décadas empezaron a emerger centros de desarrollo de la docencia en universidades líderes del mundo; en Chile este desarrollo emerge recién en los últimos diez años. En general se trata de unidades que trabajan con todas las facultades para el mejoramiento continuo de la enseñanza. Sin embargo, los desafíos específicos de la educación en ingeniería y ciencias han llevado, tanto a nivel internacional como nacional, a emprender con fuerza la creación de centros focalizados en dichos ámbitos disciplinares.

Los equipos que han conformado estos centros, ya sean institucionales o focalizados en una facultad, han tendido a centrarse en lo que el docente enseña, cómo enseña y cómo evalúa. Sin duda esto es determinante para lograr los resultados esperados. Sin embargo, hay otros factores que inciden en el aprendizaje, dentro de los que destaca el rol activo del estudiante. Esto, que parece obvio, requiere adquirir más protagonismo para enfrentar los desafíos que enfrentamos. Es así como, en los centros focalizados en educación en ingeniería y ciencias, se está dando mayor énfasis a los factores emocionales que influyen en cómo los estudiantes enfrentan el aprendizaje, tales como: la motivación, las estrategias de estudio, la creatividad y el potencial educativo de las actividades que ocurren fuera de la sala de clases, esto como parte del abordaje de mejoramiento de la enseñanza y aprendizaje.

En este contexto, el año 2016 la Escuela de Ingeniería y Ciencias, en el marco del proyecto Una Nueva Ingeniería para el 2030, inició la institucionalización e innovación del enfoque de apoyo a la docencia, constituyéndose el Área para el Aprendizaje de Ingeniería y Ciencias A2IC. Esta área seguirá trabajando en estrategias innovadoras de desarrollo docente con nuevos ámbitos de acción que enfatizan el uso de recursos digitales para el aprendizaje, la vinculación con el medio y sustentabilidad, el desarrollo de competencias genéricas, entre otros. Sin embargo, se dará un énfasis especial a promover la participación activa de los estudiantes en su aprendizaje, y la contribución que hacen o pueden hacer dentro y fuera del aula para potenciar su formación y sus talentos. Son múltiples las posibilidades de desarrollo de la docencia y el aprendizaje en nuestra Facultad y dicho esfuerzo requiere del trabajo compartido de la comunidad académica para abordarlos con éxito, lo cual es un principio fundamental del modelo de trabajo del A2IC.

Carolina Matheson

Coordinadora Área para el Aprendizaje de Ingeniería y Ciencias A2IC

Escuela de Ingeniería y Ciencias 

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