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Académico del DIQBM plantea ejes claves para transitar hacia la economía circular

Académico plantea ejes claves para transitar a la economía circular

En septiembre de 2015 se llevó a cabo la Cumbre de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible, transformándose en un hito histórico a nivel mundial. Fue en esta cita, realizada en Nueva York, donde se establecieron los 17 puntos claves para mejorar la calidad de vida de las personas en todo el orbe.

Desde ese momento, comenzó un trabajo frenético por encontrar modos colectivos para erradicar la pobreza, proteger el medio ambiente y contrarrestar el cambio climático.

El Dr. Felipe Díaz, académico del Departamento de Ingeniería Química, Biotecnología y Materiales, integrante del Centro ProSus de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, profesor del Diplomado de Economía Circular para Líderes del Cambio, que imparte la FCFM en colaboración con Ecodiseño.cl y la FEN, explica la relevancia que tiene para América Latina y el Caribe garantizar modalidades de consumo y producción sostenible.

“El consumo y producción actuales están enlazados con problemas sociales y ambientales. Si bien estos problemas tienen un largo tiempo de desarrollo, se han vuelto cada vez más visibles con el paso del tiempo. Repensar nuestras maneras de consumo y producción podría, a largo plazo, eliminar las zonas de sacrificio, permitir la vida de otras especies, evitar y revertir la transgresión de límites planetarios y permitir que futuras generaciones tomen sus propias decisiones en todo nivel. En términos ambientales, eso estamos haciendo: vivir de crédito”, enfatiza.

Desafíos gubernamentales y ciudadanos

Para el experto, hoy consumimos y producimos en un nivel que condiciona el futuro biológico y geofísico de nuestro planeta, por lo que abordar esta problemática desde los diferentes actores involucrados se vuelve clave.

A nivel de país, según plantea, los desafíos son múltiples, tanto para las autoridades gubernamentales como para la ciudadanía. En primer lugar, señala la importancia de ser valientes para pensar una actividad futura que no tenga una relación absoluta con la explotación de recursos naturales.

En esta línea, propone una serie de interrogantes: ¿podríamos pensar en una minería que no focalice su atención en recursos naturales sino en la recuperación de materiales que están en nuestras ciudades? ¿podríamos pensar en una agricultura que no dependa del uso masivo de fertilizantes? ¿podría hacerse lo propio con las plantaciones forestales?

“En algunos lugares se ridiculiza estas preguntas porque pareciera que la única respuesta es volver a tiempos de las cavernas, pero definitivamente no es la única alternativa. Por eso hablo de la valentía intelectual de pensar cómo hacer cambios profundos”, sentencia.

Un segundo reto tiene que ver con establecer indicadores ambientalmente pertinentes y trazar planes de cambio para todas las actividades económicas presentes en el país.

“Si miramos los reportes ambientales mundiales en nivel de países o empresas, nos encontramos con muchas acciones que están siendo reportadas en la línea de responsabilidad ambiental. Todo eso es muy importante, pero «hacer algo» no es igual a «hacer algo significativo». En este sentido, la premura por reportar resultados y dar cuenta de que lo estamos haciendo bien atenta contra el objetivo: ¿lo estamos haciendo bien ambientalmente? ¿es este el mejor plan de todos los posibles?”, comenta.

Al respecto, el académico señala que aquellos países que están haciendo planes con impacto real tienen un enlace con la comunidad científica muy fuerte, lo que en el caso de Chile queda delimitado en carteras específicas, dejando de lado otras, que son igual de relevantes para entender el tema en su conjunto. Un escenario que también se aprecia en el mundo empresarial, donde es necesario replantear los procesos y sus productos para que el residuo no exista.

Por otra parte, se encuentra la necesidad imperiosa de visibilizar las problemáticas para facilitar la comprensión y comparación por parte de la ciudadanía. Es decir, que la gente pueda diferenciar entre los productos y formas de abastecimiento.

Transitar hacia la economía circular

De esta manera, no es extraño que el actual paradigma sea cuestionado hace años, dando paso a la búsqueda de alternativas donde la producción, la gestión de recursos, bienes y servicios sea beneficiosa para todos.

En esta línea, el profesor plantea la relevancia de establecer metas exigentes en el país y basadas en evidencia científica.

“Pienso que las metas más importantes en términos de Economía Circular podrían apuntar a rediseñar nuestro abastecimiento de necesidades (no hacer lo mismo), desmaterializar la sociedad (hacer lo mismo, pero con menos materiales) y apuntar a la longevidad como característica general de nuestros productos (hacer lo mismo, pero que dure mucho tiempo en uso). Estas metas han sido incluidas en otros cuerpos legales del mundo y me parecen buenas referencias. Este tipo de metas pueden ser, luego de planteadas, ordenadas en un plan nacional que involucre diferentes organizaciones y ministerios, porque un cambio serio en materia de Economía Circular nunca tiene que ver solo con uno o dos ministerios, como comentaba antes”, enfatiza.

Respecto al marco legal chileno, comenta que la principal fortaleza es que hay algunos antecedentes relevantes, especialmente establecidos en la Ley Marco para la Gestión de Residuos, la Responsabilidad Extendida del Productor y Fomento al Reciclaje (Ley REP).

Por ahora, considera que todo está centrado en temas de reciclaje y que no existen cuerpos legales que promuevan o faciliten la transición a la Economía Circular, añadiendo que “la ley todavía trata el problema como una responsabilidad sobre el residuo, es decir, el final de la cadena, pero no aborda significativamente la causa”.

Metabolismo urbano

Con apoyo de la Dirección Académica y de Investigación y la Dirección de Vinculación Externa de la FCFM, ProSus, junto al Centro de Energía, el Centro de Modelamiento Matemático (CMM), el Centro Avanzado de Tecnología para la Minería (AMTC) se sumaron a la propuesta interinstitucional que busca dar vida al Centro Tecnológico para la Economía Circular para la Macrozona Norte.

Esta iniciativa tendrá como primer objetivo resolver las brechas de infraestructura, equipamiento tecnológico y demanda por innovación; y segundo, activar, diversificar y sofisticar la oferta actual de productos y servicios de alto valor y potencial de mercado (interno y de exportación).

“En mi grupo estamos trabajando en el estudio del metabolismo urbano: nuestro objeto de estudio es la ciudad, específicamente sus flujos materiales y energéticos. Este campo de trabajo nos ayuda a pensar diferentes escenarios de abastecimiento (sean alimentos, materiales de construcción, agua, electricidad, entre otros). Estos escenarios pueden ser comparados formalmente siguiendo alguna métrica de impacto ambiental o varias”, detalla el Dr. Díaz.

Reúnen disciplinas como la ingeniería de sistemas, matemáticas, ingeniería de procesos, geografía y ecología, para tensionar sus hipótesis de trabajo y desarrollar herramientas de planificación y métricas de impacto que faciliten la transición a escenarios ambientalmente más responsables.

Asimismo, recalca que temas como el cambio climático o los límites planetarios, que actualmente están vigentes en el escenario científico nacional e internacional, ayudarán a plantear nuevas interrogantes que, si se responden responsablemente, cambiarán nuestras ciudades y formas de abastecimiento.

“Siendo optimista, a largo plazo tendremos una organización social y material que nos permitirá abastecer nuestras necesidades sin condicionar la dinámica de los sistemas planetarios. Esa organización social y material, si nos va bien, podrá ser territorio-específica, es decir, cambiar de acuerdo con el lugar del planeta donde nos encontremos. Porque nunca tuvo sentido hacer las cosas de igual manera aquí, en Brasil o Arabia Saudita, por poner algunos ejemplos: las soluciones territorio-específicas probablemente comiencen a aparecer cada vez más, promoviendo ciudades y formas de abastecimiento que sintonizan con su entorno”, finaliza.

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