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Operación Riñihue: Los héroes de ayer y hoy

Operación Riñihue: Los héroes de ayer y hoy

Valdivia, domingo 22 de mayo de 1960, 15:11 hrs. La tierra comenzó a sacudirse violentamente. Las construcciones se desmoronaban, las calles se abrían y el movimiento ondulante de las aguas comenzaba a amenazar. Era el mayor terremoto registrado en la historia: magnitud 9.5.

A los pocos minutos, lo peor. Un tsunami destructor arrasó con parte de las ciudades costeras del sur de Chile. Más de dos mil personas muertas y dos millones de damnificados. Sin embargo, el cataclismo también había dejado otras huellas: derrumbes de cerros bloqueaban el desagüe natural del lago Riñihue. La inminencia de un devastador aluvión en los pueblos ribereños y en la ciudad de Valdivia, puso en alerta a las autoridades. En ese instante, se comenzó a gestar uno de los desafíos ingenieriles más reconocidos y recordados de nuestro país. 

El gran reto

Más de 100 mil personas estaban en riesgo. El presidente Jorge Alessandri, asesorado por el ingeniero civil hidráulico de la U. de Chile y vicepresidente de Corfo, Pierre Lehmann, encomendó el desafiante plan de emergencia al también ingeniero de Beauchef y gerente general de Endesa, Raúl Sáez. “Mi padre recordaba esos momentos como un fenómeno muy similar a lo que fue la creación del mundo, con épocas de cataclismos y cambios geográficos”, señala Juan Carlos Sáez, hijo del destacado ingeniero. Entre los convocados para llevar a cabo la titánica tarea, estuvieron diversos batallones del Ejército, bomberos, obreros y constructores de Endesa, Corfo y de la Dirección de Obras Sanitarias del Ministerio de Obras Públicas. 

La Operación Riñihue tenía una misión clara: controlar el desborde de las aguas represadas por los deslizamientos de tierra de los cerros o “tacos”, los que bloquearon completamente el desagüe natural del lago Riñihue por el río San Pedro. En promedio, diariamente el nivel de las aguas subía 50 cm. Cada metro de crecida, correspondía a 20 millones de m³.

Desafiando a la naturaleza

Para hacer frente a tan desafiante labor, más de 450 hombres formaron parte de los equipos de trabajo. Con 27 bulldozers y tractores, debían construir canales de evacuación en los tres tacos. El primero y más pequeño, tenía 300 m de largo y 16 de alto; el segundo, 700 m de largo y 22 m de alto; y el tercero y principal, una altura de 24 m y 1.5 km de longitud. Para llevarlos a cabo, debieron obstruir los desagües de los lagos Pirihueico, Calafquén y Panguipulli y bloquear parcialmente los ríos que desembocaban en el Riñihue.

Por su parte, el equipo de la Dirección de Obras Sanitarias del MOP, liderado por los ingenieros de Beauchef, Carlos Román y Jorge Orphanópoulos, estuvo a cargo de la construcción de un muro de contención en el río San Pedro, llamado Taco 4. Éste tenía 10 m de alto y 50 de largo. “Mi padre lideraba y supervisaba este trabajo, diseñado por el MOP y encargado a la empresa Devés del Río y Torretti Ltda. Este muro controlaría las aguas en el momento en que se rompiera la barrera del lago Riñihue”, señala Damaris Orphanópoulos, hija del beauchefiano.

Los trabajos, dificultados por las abundantes lluvias, no cesaban. La maquinaria pesada quedaba inhabilitada por el lodo, dando paso a las rudimentarias palas. El esfuerzo de los obreros, voluntarios e ingenieros, sacaba adelante la tarea. Debieron abrir los canales a mano, labrando una gradería en el barro líquido. En los tramos más peligrosos –suelo arenoso–, debieron enmaderar para asegurar el correcto escurrimiento de las aguas. “Ellos pusieron al servicio de la gente, todos sus esfuerzos y el contingente disponible. Hicieron todo lo posible para salvar a Valdivia”, indica Orphanópoulos.

Luego de 63 días –y el lago Riñihue con 20 m sobre su antiguo nivel– se concretó la misión: entre el 24 y 26 de julio se produjo la salida controlada de las aguas por los canales de evacuación, con un caudal de 7.450 m³/s, provocando una inundación paulatina de dos metros en Valdivia y sus alrededores. “Lo cierto es que la inundación no se evitó, pero seguramente habría sido una catástrofe si estos equipos de trabajo no hubieran hecho cada uno lo suyo”, señala Orphanópoulos.

Durante los dos meses de la operación los ingenieros se mantuvieron en terreno. “Estuvo prácticamente los dos meses en el lugar. Volvía a casa intermitentemente y cuando lo hacía, llegaba lleno de anécdotas e historias, y luego volvía a partir”, recuerda Orphanópoulos.

Raúl Sáez, rememora su hijo, “siempre destacaba que la Operación Riñihue no era obra de un hombre, sino el resultado del trabajo de centenares de héroes anónimos, sobre todo, abnegados obreros y técnicos”, señala.

Así, luego de arduos días de trabajo y desafiando a la naturaleza, la obra de ingeniería de emergencia más grande efectuada en Chile, logró evitar la tragedia en una operación que quedó en la historia como “La Epopeya del Riñihue”. 

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