Según el último Censo (2017), más de 156 mil personas declararon pertenecer al pueblo aymara. Están dispersas por todo el país, aunque la mayoría vive entre las regiones de Arica y Parinacota y de Tarapacá; y a pesar de que su lengua no está extinta, es poco conocida.
Como una forma de fomentar el conocimiento de esta cultura, el Programa de Pueblos Indígenas (PPI) de la FCFM, comenzó a dictar el taller de aymara básico, el primero realizado en toda la Universidad de Chile. El taller comenzó el 23 de noviembre, dictado por el profesor Marcos Jiménez, presidente regional de la Academia Nacional de Lengua Aymara, y termina este jueves 10 de diciembre.
Para la directora del PPI, Doris Sáez Hueichapan, es un avance importante para el programa y un primer paso para que se convierta en un curso. “Queremos que nuestros profesionales se formen desde la perspectiva de otras etnias. En el norte, por ejemplo, hay varias comunidades afectadas por las mineras y por las decisiones que toman los y las profesionales relacionados(as), que no entienden la cultura aymara, no entienden cómo trabajar con ellos, porque no entienden la lógica”, señala.
“La lengua es, sin duda, una herramienta importante para entender la cultura. La vida se expresa de manera distinta a través de las palabras, por lo que para entender la cultura es muy importante entender la lengua”, agrega la directora del PPI.
En el taller actual participan 25 personas, entre estudiantes y funcionarios(as) de nuestra facultad. Varios de ellos pertenecen a la etnia, pero no conocían su lengua, como cuenta Nelly Condori, asistente contable de la Dirección de Vinculación Externa (Dirvex) de la Facultad y miembro del PPI.
“Para mí es importante que en la Facultad se esté dictando este taller, porque yo soy aymara, pero no hablo mi lengua, no porque yo no quiera, sino porque no me fue permitido, debido a los diferentes factores a través de la historia. Por lo tanto crecí y me enseñaron en español”, indica. “Este taller significa reencontrarme con mi historia, mi cultura y mi gente. Que lo dicte la Facultad en donde trabajo actualmente es mayor orgullo, ya que representa el compromiso que tiene la Facultad y la Universidad con los derechos de nuestros pueblos”, agrega.
Belén Lequepi Campos, estudiante de quinto año de ingeniería civil en Biotecnología y de ingeniería civil Química, señala que participar del taller también ha significado reencontrarse con su identidad indígena. “Es algo que al estudiar en la universidad muchas veces dejé de lado. Soy aymara y nunca tuve la oportunidad de aprender mucho en ese ámbito y cuando apareció este curso me alegré mucho, ya que mi abuelo -que falleció hace un año- era aymara, venía de una comunidad en Bolivia y pasó muchas malas experiencias en torno al mundo indígena, así que fue algo que siempre mantuvo al margen de la crianza de sus hijos y nietos. A medida que fueron pasando los años se fue reencontrando con ese mundo y fue algo que quedó inconcluso”, agrega.
Para la estudiante -quien también es coordinadora de tutorías indígenas en el PPI- el curso le ha dado la oportunidad de seguir en esa búsqueda. “El profesor tiene una forma de enseñar que me encanta, porque enseña lo teórico, cómo se pronuncia, pero también entrega todo lo rico que tiene la cultura, su cosmovisión. Es un aprendizaje más complejo, es mucho más que el lenguaje y me hace bien aprender de ello. Santiago está súper lejos de Arica y no sabía que existían comunidades aymara acá y si no fuera por el curso no hubiera sabido. Es una puerta de conexiones muy grande que se abre para seguir aprendiendo”, señala.
En el futuro, el PPI espera poder ofrecer un curso de aymara, no obstante, el principal obstáculo es la falta de profesores(as). “Dentro de las reglas de la facultad está la exigencia de tener grados académicos, pero la valoración de la sabiduría indígena es sin necesariamente tener un grado académico. Ya nos cuesta con el mapudungun, que hay pocos profesores, y estas lenguas minorizadas e invisibilizadas, además necesitan algo que es distinto a enseñar francés, inglés o alemán, se necesita que ojalá lo enseñen dos o tres personas para que haya diálogo”, indica.