Con una presentación especial para integrantes de los tres estamentos de la Universidad de Chile se realizó la primera jornada de afinación con público de la Gran Sala Sinfónica Nacional de la Universidad de Chile. La instancia es utilizada para ajustar los ‘plafones acústicos’, grandes estructuras de madera sobre el escenario, los cuales configuran la respuesta sonora de la sala para distintos formatos musicales, además de considerar la absorción del sonido con sala llena y la distribución de la orquesta.
“No se trata solo de un ejercicio técnico, por importante que este sea; es, para muchos de nosotros y nosotras, llegar a la meta después de un largo caminar, con esfuerzo y voluntad inmenso”, señaló la rectora de la institución, Rosa Devés, al público presente en el cual se encontraban más de 80 integrantes de la FCFM.
Entre las músicas y músicos de la Orquesta Sinfónica Nacional apostados en el escenario, se encontraba Francisco Olivares, violinista del elenco que, además, es estudiante del Doctorado en Computación impartido por el Departamento de Ciencias de la Computación (DCC) de la Facultad.
Un ingeniero en la escena musical
Francisco es ingeniero en Computación de la USACH y desde el semestre de primavera de 2020 se incorporó a la comunidad beauchefiana al comenzar su doctorado en la FCFM. “Mi interés por el doctorado nació mientras cursaba el pregrado, porque me gustaron mucho las asignaturas que eran más teóricas en computación, principalmente en algoritmos, por eso mi profesor guía es el Prof. Gonzalo Navarro”, señala el también músico. En ese sentido, comenta que su experiencia en el DCC ha sido excelente en todo sentido. “Siendo bien honesto, me costaría encontrar un punto bajo de mi estancia en la Facultad”.
Su interés por la música y la computación surgió en su infancia y nació de una manera similar. “Cuando tenía unos 11 años, llegó una guitarra a la casa. Empecé a tocar de manera autodidacta, más por curiosidad que por cualquier otra cosa. Con el tiempo, empecé a buscar repertorio más desafiante y así conocí la guitarra ‘clásica’. En el colegio me hablaron de un centro cultural donde me podían enseñar guitarra de un modo más formal. Cuando llegué ahí, descubrí el violín. Después de unos años ingresé a la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil y entré a estudiar violín a la Facultad de Artes de la Universidad de Chile”, cuenta Francisco.
“Con la computación fue más o menos parecido. Llegó un computador a la casa cuando tenía como 7 años. Era un 486 con Windows 3. Obviamente lo eché a perder muchas veces por andar curioseando y siempre me pareció muy adictivo el hecho de arreglar lo que había roto. Así, durante los años, siempre me gustaba averiguar sobre cómo hacer las cosas de un modo ‘alternativo’. Cuando me titulé de intérprete musical, pensé en seguir estudios de postgrado en música, pero, luego de pensarlo mucho, me incliné por seguir un camino distinto, en la segunda pasión que me había acompañado durante mi vida. Entré a estudiar Licenciatura en Ciencia de la Computación en la USACH. Una vez terminé ese programa, sentí que quería seguir aprendiendo sobre computación y ahí es cuando entré al Doctorado acá en el DCC”, indica.
Es así como Francisco siguió especializándose en sus dos pasiones, buscando conciliar las matemáticas con el arte. “Es super desafiante compatibilizar dos mundos que son tan exigentes. Creo que la clave está en ser disciplinado con el tiempo y espacio que se le dedica a cada uno”, y agrega que como recomendación a los y las beauchefianas que quieran complementar sus vidas con otras disciplinas, el músico señala que “mi principal consejo es que ‘se crean el cuento’. Si algo les apasiona y sienten que pueden llegar lejos en eso, hay que intentarlo sin importar que haya gente que diga que no lo lograrán, o que parezca un objetivo muy difícil. Recomiendo que siempre lo intenten”.
Hoy, el estudiante de doctorado de la FCFM está centrado en dos importantes desafíos: preparar su tesis para el programa del DCC y el estreno de la nueva sala sinfónica que se realizará en julio próximo y que lo tiene muy entusiasmado. “Creo que la nueva sala es espectacular tanto en lo sonoro como en lo estético. Ha sido impresionante la experiencia de tocar ahí en las pruebas acústicas que hemos tenido, con y sin público. Pero, además, esta sala influirá positivamente en la escena musical nacional desde distintas perspectivas. Por ejemplo, creo que será un incentivo para que nuevas audiencias asistan a nuestros conciertos. También, que la sala puede motivar que grandes artistas internacionales nos visiten. Y, por supuesto, para nuestros elencos, la experiencia de ofrecer conciertos en un escenario de esa envergadura es realmente inspirador”, concluye.