En mayo, Jéssica Espinoza y Camila Montecinos, se transformaron en tituladas del Departamento de Ingeniería Mecánica, donde cursaron el pregrado y el Magíster en Ciencias de la Ingeniería, mención Mecánica. Recientemente, se enteraron que se adjudicaron 36 millones de pesos en el Concurso de Valorización de la Investigación en la Universidad (VIU) 2025, lo que les permitirá seguir mejorando el prototipo en el que han estado trabajando en el último tiempo.
Se trata de un exoesqueleto activo de mano que surgió como un proyecto conjunto de tesis, dividido en dos líneas principales: diseño y control de bajo nivel del dispositivo, y la implementación de algoritmos de aprendizaje automático para identificar patrones de movimiento.
“Nuestro principal interés siempre ha sido darle continuidad a este trabajo y avanzar hacia un prototipo validado en entornos relevantes. Postulamos al VIU porque creemos que este fondo representa una oportunidad concreta para escalar la investigación a un nivel superior de madurez tecnológica, con el respaldo financiero necesario”, detalló Jéssica Espinoza.
A partir de esta iniciativa, las ingenieras civiles mecánicas buscan aportar con investigación aplicada y desarrollo tecnológico a una problemática concreta: la limitación funcional de la mano posterior a un accidente cerebrovascular (ACV) isquémico, que afecta a más del 90% de los sobrevivientes y se manifiesta en debilidad, pérdida de destreza manual e hipertonía.
“En términos prácticos, estas secuelas suelen traducirse en dos déficits principales: pérdida de fuerza o pérdida de sensibilidad en la mano. Ambas condiciones dificultan actividades básicas de la vida diaria, impactando directamente en la autonomía de las personas. La tecnología que estamos desarrollando busca abordar estas limitaciones mediante un dispositivo de asistencia funcional portátil. Si bien existen soluciones de este tipo en el extranjero, en Chile no hay alternativas de desarrollo local: los dispositivos disponibles son importados, de alto costo y sin posibilidad de adaptación al contexto nacional”. explicó Camila Montecinos.
Otro aspecto destacable de su propuesta de valor, está en la integración de la Inteligencia Artificial. Una decisión que, según detallaron, surgió de la posibilidad de ampliar las capacidades tradicionales de las EMG, que son señales biomédicas que miden las corrientes eléctricas generadas en los músculos durante su contracción.
“Con IA es posible identificar múltiples movimientos de la mano y, además, personalizar el entrenamiento de los modelos para adaptarlos a las condiciones particulares de cada paciente, por ejemplo, distintos niveles de hipertonía en personas post-ACV. De esta manera, aseguramos que el dispositivo sea funcional y ajustable a la diversidad de usuarios/as. Un valor adicional es que los resultados obtenidos son transferibles: los modelos pueden ser aplicados en prototipos más avanzados, en otro hardware o incluso en diferentes dispositivos de asistencia, lo que da continuidad y escalabilidad a la tecnología que estamos desarrollando”, indicaron.
Tal vez, uno de los mayores desafíos técnicos con los que se enfrentarán las ingenieras tiene que ver con lograr que el sistema reconozca con precisión las señales musculares en tiempo real, de manera que la asistencia sea fluida y confiable. A esto se suma la necesidad de integrar los algoritmos de inteligencia artificial en un dispositivo portátil, lo que exige un uso eficiente de la energía y compatibilidad con hardware liviano. Para enfrentarlo, el proyecto contempla pruebas iterativas y el uso de componentes de bajo consumo, con el objetivo de asegurar que el exoesqueleto sea funcional y cómodo.
Ingeniería Mecánica al servicio del desarrollo tecnológico
Estas egresadas del DIMEC se destacaron durante su pregrado y postgrado por tener una fuerte inclinación por la investigación aplicada, lo que las motivó a utilizar los conocimientos adquiridos y conectarlos con problemáticas reales. Fue así, que surgió también su interés por llevar su disciplina al siguiente nivel y crear desarrollos tecnológicos locales.
Por esta razón, obtener este financiamiento a través del Concurso VIU, ha sido algo positivo en diferentes dimensiones.
“Para nosotras, adjudicarnos el VIU tiene un significado muy relevante desde dos perspectivas. Por un lado, este proyecto nació desde nuestro interés por aplicar los conocimientos de la ingeniería mecánica al desarrollo de soluciones tecnológicas. Creemos que esta disciplina entrega herramientas concretas para abordar desafíos reales, especialmente en un país donde el desarrollo de dispositivos aún está poco explorado. Nos motiva crear tecnología con impacto social y con potencial de generar cambios significativos, y este proyecto es una forma de avanzar en esa dirección”, comentaron.
Por otro lado, durante las etapas iniciales del desarrollo, establecieron vínculos con instituciones y personas que podrían beneficiarse directamente de esta solución. Aunque el proyecto tuvo una pausa, sienten que tienen una responsabilidad con ellos y con ellas mismas de avanzar hacia un resultado concreto. “Haber sido seleccionadas en el VIU nos da la oportunidad de retomar ese camino”, añadieron.
Además, según explican, en Chile las alternativas para personas que tienen discapacidad motora en la mano tras un ACV son muy limitadas.
“Los dispositivos disponibles están orientados a posicionamiento estático de la mano o rehabilitación en clínicas y no ofrecen ayuda práctica en la vida diaria. Existen en el extranjero guantes y exoesqueletos que están orientados a esta función, pero no suelen comercializarse en nuestro país, tienen un costo muy elevado y no cuentan con soporte local”, explicaron.
En este sentido, el proyecto busca ofrecer un sistema de soporte local, opciones de personalización y posibilidades de mejora continua. Estas características permiten no solo reducir los costos de acceso, sino también intentar disminuir el abandono tecnológico por falta de adaptación al usuario/a y ausencia de acompañamiento técnico.
De esta manera, estas ingenieras formadas en el DIMEC esperan contribuir con un exoesqueleto portátil, que pueda acompañar a la persona en su vida diaria fuera del entorno clínico. En cuanto a su autonomía, buscan que funcione con baterías recargables que permitan un uso prolongado, sin necesidad de estar conectado a una fuente fija de energía.
Puedes revisar los resultados de este concurso nacional aquí.