La hipótesis de que los y las estudiantes de todos los niveles de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas (FCFM) comienzan a asistir a clases de manera decreciente en el transcurso del semestre de primavera ha sido probada, de manera inédita, a partir de un estudio llevado a cabo por la Escuela de Ingeniería y Ciencias, a través del Proyecto Delta.
El estudio, diseñado por Sergio Celis, director de la Unidad de Investigación en Educación de Ingeniería y Ciencias, analizó una muestra de 188 cátedras, compuesta de 75 cursos de Plan Común y 113 cursos de especialidad, y recogió datos de asistencia en las semanas 3, 5, 7, 9, 11, 13 y 15 del semestre primavera 2018. Entre sus resultados, arroja que el promedio de asistencia baja de 62%, en la semana 3, a 29%, en la semana 15.
“A grueso modo, tenemos una asistencia promedio del 41% en el semestre, lo cual viene a confirmar la apreciación generalizada de que, en su mayoría, los estudiantes no vienen a clases”, sostiene Celis. “Hay un patrón que parece repetirse a varios niveles: vamos siempre de más a menos. El porcentaje de asistencia en cursos de primer año (cercana al 50%), es mayor que para el resto de los años (bajo el 40%). Las primeras semanas existe una asistencia mayor (62% tercera semana) que cae rápidamente a la quinta semana (47%), para luego estabilizarse hacia el final (entre 30% y 40%). Los lunes y martes presentan mayor asistencia que el resto de los días, al igual que los dos primeros módulos de clase respecto a aquellos que se realizan en horarios más tarde”, agrega.
La información obtenida servirá para establecer una línea base y un punto de referencia respecto a un tema que preocupa constantemente a la comunidad académica. “Precisar esta información nos hace conscientes de la baja asistencia y nos presiona para tomar acción al respecto”, sostiene Celis.
La investigación sirvió, en ese sentido, para medir el fenómeno, pero los datos podrían ser usados tanto para tomar decisiones más informadas respecto a los procesos de enseñanza y aprendizaje, como para continuar investigaciones sobre al tema y hacer mediciones de cambio en la tasa de asistencia en el tiempo.
Según han constatado estudios internacionales, la asistencia influye positivamente en el rendimiento académico de los estudiantes, independiente de si el régimen es voluntario u obligatorio, lo que parece favorecer más a aquellos estudiantes que comienzan cursos con debilidades académicas. En el caso de la Facultad, la asistencia tiene además una exigencia importante de infraestructura, ya que la asignación de salas, horarios y profesores, se hace pensando en un uso a capacidad total. “En resumen, gestionamos muchos recursos basados en una ilusión de que los alumnos estarán ahí, atendiendo y participando en las salas de clases”, dice Celis.
El estudio se tomará como evidencia para las diversas discusiones que existen sobre la docencia, y los encargados esperan que lleve a tomar acciones que asuman esta realidad. Se cree, asimismo, que la evolución de la inasistencia ocurre también en el semestre de otoño, lo que será analizado en un próximo estudio.
Los motivos de la baja en la asistencia también será motivo de otro análisis. “Tenemos algunas hipótesis basadas en la literatura y en estudios cualitativos donde hemos capturado la percepción de los estudiantes. Ahora, es importante tener presente que los factores que afectan a la asistencia difieren de estudiante a estudiante”, indica.
Así, por ejemplo, hay alumnos con capacidades de autorregulación y organización del tiempo, que dejan de ir a clases porque pueden aprender autónomamente los contenidos de los cursos, para quienes las plataformas de aprendizaje tipo U-Cursos, y la creciente cantidad de videos internos y externos, son recursos que les permiten aprobar las exigencias requeridas. “Este tipo de estudiante deja de asistir, porque no encuentra un valor agregado en sus clases. Ahora, alumnos que tienen problemas de organización y procesamiento de información, dejan de asistir porque probablemente no le sacan mucho provecho a las clases, no logran organizar las demandas académicas, y se orientan casi exclusivamente por la siguiente evaluación, colapsando al avanzar el semestre”, asegura.
Para la institución, los factores más importantes debiesen ser aquellos en los cuales se tenga injerencia, sostiene Celis. “¿Qué esperamos de las clases presenciales? ¿Qué enseñanza entregamos o generamos en el aula que no puede ser reemplazada por otras modalidades de estudio? ¿De qué manera nuestro sistema de evaluaciones influye en el comportamiento de nuestros estudiantes? ¿Qué exigencias, contenidos, modalidades deben ser comunes para todos y cuáles diferenciadas? Éstas son algunas de las preguntas que nosotros y todas aquellas universidades que deseen ser relevantes en este siglo deben discutir e intentar responder”, enfatiza.
"Antes de este estudio, la baja asistencia a clases era parte de los 'mitos' de Beauchef. Ahora tenemos datos que lo avalan. Estamos planificando continuar con esta indagación, esta vez estudiando la asistencia a clases en el semestre de otoño, y también investigar cuáles son las causas de la baja asistencia. A priori, postulamos que este problema puede estar relacionado a deficientes estrategias de estudio de parte de nuestros estudiantes y a una percepción de alta carga académica, por lo cual también queremos investigar esta línea", indica Luisa Pinto Lincoñir, directora de la Escuela de Ingeniería y Ciencias.
Para conocer el estudio completo, contactar a Sergio Celis (scelis@ing.uchile.cl).
