La sede Iquique de la Universidad de Tarapacá (UTA) fue el lugar donde -en un encuentro presidido por el Rector Emilio Rodríguez Ponce- el plantel estatal del extremo norte del país le otorgó la distinción Medalla Doctor Honoris Causa a la académica de la U. de Chile y Prorrectora, Alejandra Mizala.
Este reconocimiento, señaló la profesora Mizala “lo recibo no solo a título personal, sino también como integrante de la Universidad de Chile, institución en la que he tenido el privilegio de formarme y desarrollar mi vida académica”. Agregó, “asumo este Doctorado Honoris Causa con gratitud y con plena conciencia de la responsabilidad que implica. Una distinción como esta no solo honra el trabajo realizado, sino que es también una invitación a seguir contribuyendo, con dedicación y compromiso”.
Respecto a la institución que le otorgó este reconocimiento, destacó que el plantel ha sido “clave para el desarrollo del norte de Chile”, pues “no solo entrega educación de calidad: también articula identidades, conecta culturas y fortalece a la región. En tiempos donde necesitamos cohesión y visión de largo plazo, su labor es más valiosa que nunca”.
Durante la ceremonia, el Rector Rodríguez destacó que “Alejandra Mizala Salces es una de las personas más connotadas en Chile, pero reconocida internacionalmente en el campo de la economía de la educación. Quien, además de hacer investigación y ser una de las referentes más importantes del país, hace gestión: es prorrectora de la Universidad de Chile, y ha trabajado en ANID y en CONICYT. Entonces, es una persona bastante notable y creemos que es muy justo, necesario, reconocer a una persona de esta categoría en una universidad como la nuestra, que es una institución de excelencia, es reconocida de esta forma, y que aspira a mantenerse en esa línea”.
Otro de los momentos de la ceremonia fue la clase magistral que ofreció la profesora Mizala, titulada “Educar para que todos los talentos se desplieguen”.
En su intervención, la académica planteó que a lo largo de su vida académica ha buscado responder una pregunta que le ha parecido fundamental: “¿Cómo aseguramos que todo el talento disponible en nuestra sociedad pueda desplegarse plenamente?”. Esta pregunta ha guiado dos líneas de investigación: equidad e inclusión en educación y la participación de las mujeres en las carreras STEM.
Ambas líneas -detalló- “convergen en un propósito común: asegurar que el talento, sin importar género ni origen socioeconómico, tenga la oportunidad de florecer y desplegarse”. Las desigualdades que enfrentamos, argumenta, no solo generan trayectorias educativas y laborales inequitativas, sino que también frenan el desarrollo del país, pues “al no abordar estas brechas, desperdiciamos talento, reducimos nuestra competitividad y limitamos el progreso científico, tecnológico, social y cultural”. Cuando el acceso a una educación de calidad depende del nivel socioeconómico, “dejamos de aprovechar el potencial de miles de estudiantes que podrían contribuir desde múltiples disciplinas y espacios”. Lo mismo ocurre en el caso de las mujeres. “No se trata solo de una demanda de justicia de género –aunque esa ya es una razón suficiente para actuar–, sino de una apuesta estratégica para el desarrollo”.
Los estereotipos de género tienen diferentes manifestaciones y consecuencias en el ámbito educacional. “Estos incluyen los sesgos de los y las docentes respecto del rendimiento de sus estudiantes, las expectativas de padres y madres, y el comportamiento de las propias estudiantes al ser evaluadas. Tales factores influyen en la elección de cursos electivos en enseñanza media y, posteriormente, en carreras universitarias. Estos sesgos afectan las posibilidades de desarrollo equitativo entre hombres y mujeres, tanto en el sistema educacional como en el mercado laboral”.
Actualmente, la Prorrectora está abordando este problema como parte de la Comisión Técnica por una Educación sin Brechas de Género del Ministerio de Educación, la cual preside.
La desigualdad educativa y los desafíos del acceso a la educación
La académica hizo un repaso de las políticas educativas de los últimos años, aludiendo al impacto de las mismas en el sistema educacional. “Durante los años 80, se introdujo un modelo de competencia entre escuelas que permitió a los establecimientos educacionales con financiamiento público seleccionar estudiantes y cobrar a las familias. Este sistema, lejos de generar mayor calidad, produjo una fuerte segregación socioeconómica”.
Como respuesta a este escenario, explicó, medidas como la Ley de Subvención Escolar Preferencial, la Ley de Inclusión y la creación del Sistema de Aseguramiento de la Calidad, “han sido muy relevantes, reduciendo en parte la segregación, pero su impacto ha sido lento debido, en parte, a la inercia del sistema”.
Persisten grandes desafíos: pese a la expansión del sistema de educación superior en Chile, el acceso sigue estando fuertemente condicionado por el origen socioeconómico de los y las estudiantes. A través del concepto de undermatching —cuando jóvenes con buen rendimiento académico no acceden a instituciones o programas acordes a su potencial— evidenció cómo la desigualdad se reproduce incluso entre quienes tienen las capacidades para avanzar. Por ejemplo, entre estudiantes con buen desempeño, “un 23% no accede a la universidad y un 35% no logra ingresar a una institución selectiva. Estas brechas se vinculan con el nivel educacional de los padres: mientras solo un 2% de los jóvenes más favorecidos experimenta undermatching en el acceso universitario, la cifra se eleva al 33% entre quienes tienen padres solo con educación básica”.
Una pregunta natural es si la gratuidad en educación superior, el eliminar barreras económicas cambió en alguna medida esta situación. Concluye que, si bien esta política ha incrementado la matrícula en instituciones menos selectivas, no ha sido suficiente para eliminar las barreras de acceso, especialmente en las universidades más prestigiosas. Y plantea que “esto muestra que aliviar las restricciones económicas es solo una parte de la solución: se requieren políticas que fortalezcan la preparación académica, mejoren el acceso a información oportuna y acompañen a los estudiantes en la toma de decisiones”. En este desafío, las universidades tenemos un rol clave como agentes activos de inclusión y equidad.
En muchos sentidos, las políticas que han implementado las universidades para nivelar los accesos, “tienen un carácter compensatorio, porque intentan corregir desigualdades que se originan mucho antes, en la educación escolar”. Pero también hay buenas noticias, argumentó: “existen aulas donde las y los docentes interactúan con equidad reconociendo y valorando el potencial de cada estudiante”. Los estereotipos pueden desmontarse “cuando hay conciencia, buenas políticas, voluntad institucional y, sobre todo, una formación docente comprometida con la transformación”, y destacó, “es aquí que las universidades tenemos una gran tarea: la formación inicial docente y el desarrollo profesional de docentes en servicio”. Es fundamental “formar docentes conscientes de sus sesgos, capaces de identificar y desactivar prácticas y expectativas que refuerzan estereotipos (...) docentes que tengan altas expectativas de sus estudiantes, docentes que cuestionen la idea de ‘vocación’ como algo puramente individual, porque sabemos que las preferencias también se moldean socialmente”.
Finalmente, la Doctora Honoris Causa de la UTA hizo un especial llamado a la acción: “No podemos seguir desperdiciando talento”. Para ello, “las universidades, y en particular las públicas como la Universidad de Tarapacá y la Universidad de Chile, tenemos un rol crucial en este proceso. Desde la academia, podemos y debemos contribuir a generar conocimiento, dar sustento a políticas públicas y formar profesionales y ciudadanos que promuevan la justicia social”.
En definitiva, “la equidad y la inclusión no son solo principios abstractos: son condiciones esenciales para el desarrollo de una sociedad justa, innovadora y cohesionada”.
El encuentro contó con la participación de las autoridades de la UTA, de la Universidad Arturo Prat, de la Universidad Santo Tomás sede Iquique, del gobernador de la Región de Tarapacá, José Miguel Carvajal, entre otras y otros invitados especiales.
El acto además contó con un homenaje a Luis Tapia Iturrieta, Rector de la UTA durante el periodo 1994-2002, fallecido el pasado 10 de abril. Tapia Iturrieta, destacó el Rector Rodríguez, “fue un gran rector, por dos periodos", caracterizado por ser "de estas personas que deja una huella y generan una trascendencia en la institución y la sociedad”.