Solar

Revista Beauchef - octubre 2023

El desafío de hacer de Chile un país solar

El centro de excelencia Fondap Solar Energy Research Center (SERC Chile) fue fundado a fines de 2012, cuando la energía solar en Chile aún era un sueño. El país tenía poco menos de 3 MW instalados en plantas de energía fotovoltaica y las proyecciones de crecimiento en el sector no eran claras. Las barreras técnicas y económicas existentes no permitían pensar un país solar, a pesar de la riqueza que representa el desierto de Atacama. 

En los inicios de SERC Chile los escenarios energéticos más optimistas calculaban, como mucho, un 20% de participación solar en la matriz hacia el año 2030. Pero se dio una conjunción virtuosa. China incursionó en la tecnología solar con precios bajos y detonó el florecimiento de la industria fotovoltaica aquí y en el mundo. A ese factor, se sumó que el centro había generado el conocimiento suficiente para destrabar el despegue de la energía solar en Chile. A ello se sumó un vínculo clave con las autoridades –que escucharon a la ciencia– en una relación que se consolidó a partir de 2015, cuando el Estado promovió una política de reconversión de la matriz nacional hacia el uso de fuentes renovables no convencionales.

Grandes logros

Tras una década de investigación, SERC Chile ha construido una sólida base de conocimiento y de tecnología aplicada en torno a la energía solar en el país. “Chile hoy cuenta con una masa crítica de investigadores que ha tomado el desafío de la energía solar. Generamos la marca SERC Chile, que entró al mapa mundial como centro de referencia en investigación y desarrollo de soluciones para el uso de la energía solar”, dice Rodrigo Palma, el primer director del centro y académico del Departamento de Ingeniería Eléctrica (DIE) de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas (FCFM) de la Universidad de Chile.

En todos los años de funcionamiento del centro, se destacan diversos aportes como la investigación y estudios de los más de 80 investigadores e investigadoras de SERC Chile que hicieron posible la incorporación de la energía fotovoltaica y termosolar a los procesos de la gran minería del cobre; la creación de plantas piloto replicables para la desalinización del agua y eliminación de minerales; la instalación de microrredes de generación eléctrica a partir de fuentes renovables no convencionales en comunidades aisladas y a través de procesos participativos; el desarrollo de proyectos piloto a escala industrial; nuevos hallazgos en química verde; y la producción de patentes y transferencia de tecnología, entre otros. 

Aún quedan trabas

Con una capacidad instalada superior a 6,5 GW en generación solar, Chile se ha posicionado como un referente a nivel mundial. Sin duda, el sueño de convertirnos en un país solar está más cerca, pero falta. 

La meta está clara –100% de la electricidad debe provenir de energías renovables y llegar a la carbono neutralidad antes de 2050–, pero queda mucho por resolver. Los próximos pasos que sigan las políticas públicas serán cruciales para aprovechar realmente el potencial del desierto de Atacama y llevar a Chile a las grandes ligas de la industria solar. 

“Ahora tenemos la capacidad técnica y humana para desarrollar una industria de soluciones I+D+i solares en diferentes sectores productivos, como generación de calor, de combustibles solares, el tratamiento solar de aguas residuales en procesos productivos e, incluso, la fabricación de paneles”, dice Claudia Rahmann, directora de SERC Chile y académica del DIE

El centro considera que Chile tiene la opción única de convertirse en un país 100% renovable y la energía solar sustenta buena parte de esta oportunidad. En lo inmediato, aún quedan temas por resolver asociados al almacenamiento, las conexiones interregionales, así como un importante número de desafíos técnicos relacionados con la estabilidad y control de los sistemas eléctricos con altos niveles de energía solar, que la investigación científica debe solucionar para lograr una transición energética segura. 

En cuanto a una visión de futuro, hay que generar conocimiento y desarrollar tecnologías para que  –como señala la directora del centro– la industria solar aporte en muchos otros sectores productivos del país, no solo en la generación de electricidad. De esta forma, sostiene, aumentaríamos nuestro nivel de captura de valor, lo que nos permitiría obtener mayores beneficios socioeconómicos como país. “Es un factor clave para lograr avanzar hacia un desarrollo sustentable de la industria local y maximizar los beneficios que la energía solar puede entregar a Chile”, agrega.

 

 

 

 

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