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Columna de opinión decano Patricio Aceituno: ¿Qué significó y qué significa ser ingeniero(a) en Chile?

Columna: ¿Qué significó y qué significa ser ingeniero(a) en Chile?

En el contexto de la celebración del día Nacional de la Ingeniería el 14 de mayo, parece pertinente reflexionar sobre su significado en nuestro país.  En 1856, la Universidad de Chile graduó a los primeros cinco profesionales en esta área, cuatro en ingeniería de minas y uno en ingeniería geográfica, una especialidad luego extinguida. En los años iniciales el reconocimiento social de la profesión fue esquivo, la que tenía un nivel similar al de los médicos y muy por debajo de quienes optaban por el mundo de las leyes, que se movían en el pináculo de la escala social.  Tampoco era mucha la credibilidad del Estado, que contrataba ingenieros por decenas en Europa para enfrentar las urgentes necesidades de infraestructura, principalmente caminos y vías férreas, relegando a roles secundarios a los pocos egresados de las dos especialidades existentes, ingeniería civil e ingeniería de minas. 

La creciente contribución de ingenieros chilenos al desarrollo de la infraestructura pública a partir de fines del siglo XIX, así como su involucramiento en diversas actividades empresariales y de negocios que su rigurosa formación científico/técnica favorecía, fue asentando una áurea de respetabilidad y reconocimiento social de la profesión. La fundación en 1888 del Instituto de Ingenieros de Chile y la incursión de destacados profesionales de la ingeniería en el gobierno, en la política y la gestión pública contribuyó a este proceso, aumentando el interés por una formación profesional en esta área. En el contexto de este ambiente favorable se formaron los profesionales que lideraron la creación de las grandes empresas estatales en la década de 1940 y siguientes, incluyendo entre otras la Empresa Nacional de Electricidad (ENDESA), la Empresa Nacional del Petróleo (ENAP), la Compañía de Aceros del Pacífico (CAP) y la Empresa Nacional de Telecomunicaciones (ENTEL), las cuales en su mayoría fueron transferidas al sector privado con posterioridad a 1973. Sin embargo, junto con la consolidación del prestigio del profesional de la ingeniería como un actor principal en el desarrollo nacional, se inició el proceso de desnaturalización del concepto de esta disciplina, que se extiende hasta hoy. De este modo, el término ingeniería se empezó a utilizar en referencia a otras profesiones cuyos procesos formativos se alejan significativamente de los pilares fundamentales sobre los cuales se construye la formación de ingeniería, que incluye una sólida base en matemática, física, química y en tiempos más recientes, en ciencia de la computación. De esta forma surgieron carreras en las áreas de la economía, agricultura y silvicultura que incorporaron el término ingeniería en sus respectivas denominaciones, así como también se creó la denominación de ingeniería de ejecución, para identificar programas que hasta entonces correspondían a carreras técnicas.

El asentamiento de un sistema de educación superior altamente desregulado a partir de la reforma al sistema universitario en 1981, cuando la lógica del negocio y el lucro se impusieron por sobre consideraciones claves que deben guiar un sistema como éste, tales como la calidad, rigurosidad y pertinencia de los programas que se ofrecen, aceleró la deformacion del concepto de ingeniería como una disciplina técnico/científica altamente exigente y rigurosa y al ingeniero(a) como practicante de la misma. Una búsqueda rápida en catálogos y sitios Web da cuenta de un amplio espectro de nuevas disciplinas profesionales, que teniendo su propio valor, poco tienen que ver con el concepto inicial de la ingeniería como para ofrecerse con esta denominación: estadística, prevención de riesgos y medio ambiente, industria alimentaria, comercio internacional, marina mercante, expediciones y ecoturismo, gestión turística, administración hotelera internacional,  seguridad integral, etc., son algunos ejemplos. La imaginación para atraer estudiantes a este deformado mundo de la ingeniería parece no tener límite. Si a lo anterior se agrega la escasa calidad de algunos de los programas que se ofrecen, se tiene como resultado a miles de estudiantes que enfrentan al término de sus estudios la penosa y frustrante realidad de una baja o nula empleabilidad, a lo que se suma en muchos casos cuantiosas deudas arancelarias.

Por otra parte, si en algún momento la denominación genérica de ingeniería civil en alguna especialidad constituyó la barrera tras la cual se refugiaron los programas con los más altos estándares de exigencia y calidad, esa realidad ya no existe. De los 193 programas de ingeniería civil que ofrecieron las universidades que participaron en el sistema único de selección y admisión en 2013, un 30% aceptó postulantes con un puntaje PSU inferior a 500 puntos.

¿Qué significa ser ingeniero en Chile hoy? De acuerdo al escenario anteriormente descrito la respuesta la puede entregar un profesional altamente calificado, que aborda y resuelve problemas complejos con tecnología avanzada, así como también un cesante ilustrado que mantiene escondido un diploma que acredita su condición de ingeniero “en algo”.  Al respecto, entre la medidas de mejoramiento de la calidad del sistema universitario cuya reforma actualmente se discute, es urgente establecer un marco de cualificación que norme en forma objetiva y transparente los conocimientos y habilitaciones que entrega cada carrera ofrecida.

La ciencia y la tecnología avanzan vertiginosamente en los países del primer mundo, y para tener alguna opción de ingresar a ese club, debemos ser actores relevantes en ese ámbito.  Para eso necesitamos a los estudiantes más talentosos, con los conocimientos, herramientas y habilidades que entrega una rigurosa y exigente formación en ingeniería, capaces de abordar y emprender los grandes desafíos que Chile enfrenta para incorporar más tecnología a sus recursos naturales, desarrollar nuevos procesos productivos, innovar en nuevas fuentes de energía no convencional, desarrollar infraestructura para mejorar la calidad de vida de sus habitantes, promover una cultura de respeto por el medio ambiente y distribuir su riqueza en forma más justa y equitativa.

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