En un concurrido encuentro de la comunidad Alumni, junto a estudiantes de las actuales generaciones, se realizó el conversatorio “A 40 años del desalojo del decanato FCFM”, un episodio complejo en la historia de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas (FCFM) de la Universidad de Chile durante la dictadura cívico-militar. La actividad fue organizada por la Dirección de Vinculación externa.
“Este fue un momento de la historia, en la cual no alcancé a participar, que representa una parte de la vida de esta facultad. Y no solo este hito en particular, sino que hay una larga historia de hitos y secuencia de eventos que nos hicieron no solo compartir esos momentos, sino que además nos hizo compartir una forma de mirar la vida. Eso nos une”, señaló el decano de la FCFM, Francisco Martínez.
En 1985, mientras las manifestaciones estudiantiles removían al país y se extendían en gran parte de las universidades, la FCFM vivía la imposición de un decano designado —Juan Antonio Poblete—, provocando un revuelo generalizado en toda la comunidad. Fue así que el 5 de septiembre de ese año, un grupo de 100 estudiantes que se encontraban realizando una vigilia en la sala del Consejo, ubicado en el 8vo piso de la Torre Central —actual edificio Justicia Espada— fueron detenidos por integrantes de las fuerzas especiales de Carabineros, quienes entraron al campus, desalojando a las y los estudiantes que fueron llevados a la Cárcel Pública de Santiago.
“Este evento gatilló una sensación de unidad en la comunidad de la Facultad, de académicos, funcionarios y estudiantes que no se había dado en el pasado. Era un minuto de prueba de cómo íbamos a reaccionar cuando nos enfrentáramos a un acto de violencia que fue el desalojo del que fuimos parte los 100 estudiantes que estábamos allí. No era el primer desalojo de un establecimiento universitario ni fue el último, pero fue un acto que le costó muy caro al gobierno de turno porque toda la comunidad se puso de pie, reconoció que los estudiantes que permanecimos en el salón de actos no habíamos cometido hechos de violencia y que ese gesto de evacuarnos a la fuerza, de desalojarlos de la Facultad con un despliegue casi militar, de una magnitud gigantesca, merecía ser rechazado con todo su ser”, comentó Georgina Febre, quien fuera estudiante de ingeniería eléctrica en aquella época.
Febre, junto a Patricio Artiagoitia, ingeniero civil industrial y Jorge Amaya, académico del Departamento de Ingeniería Matemática, fueron los integrantes del conversatorio, quienes contaron sus experiencias y reflexionaron sobre el momento que vivieron y lo que esto significa en la actualidad.
“Recuerdo que estábamos acá (en la sala del Consejo) y Juan Antonio Poblete estaba en la sala del lado. Poblete nos llamó a Germán y a mí, como directiva (del CEI) recién electa (…) y nos dijo ‘yo sé que ustedes son directiva, que tienen el liderazgo y que pueden parar esto. Podemos conversarlo’; y yo me acuerdo haberle dicho ‘mire, la verdad es que ya estamos acá, acordamos quedarnos y no nos vamos a ir hasta que usted se vaya. Esto no es nada personal, es que no queremos que nos impongan un decano’, contó Patricio Artiagoitia, quien agregó que luego de eso supieron que los iban a desalojar y que su mayor miedo era que entraran violentamente, disparando.
Asimismo, el profesor Jorge Amaya, quien vivió este episodio desde afuera, contó en qué circustancia se creó la Asociación de Académicos, la que fue “una rebeldía que en realidad llegó tarde porque la rebeldía estudiantil llegó antes”. En ese sentido, “algunos académicos se empezaron a sentir responsables de eso y estos que eran líderes más viejos empezaron a entusiasmar a los académicos más jóvenes, en los cuales yo quise meterme y dije: ‘aquí hay que quedarse’".
En relación con el presente, el profesor Amaya señaló que “yo creo que tenemos una gran Facultad. Cuando veo a los académicos, la calidad de los profesores, la calidad de los alumnos… muchos de ustedes están fuera en este momento (…), pero lo que uno ha visto es una evolución impresionante. Estoy impresionado y contento de estar en una facultad como esta, que vivió todo esto, pero logró después recuperar su alma. Y aquí estamos”.
Al final del conversatorio, los y las asistentes compartieron sus recuerdos y reflexiones sobre la toma del decanato, la unidad de la comunidad universitaria, la importancia de la lucha contra la dictadura, el rol de los padres de los estudiantes detenidos, y la necesidad de recordar y transmitir esta historia a las nuevas generaciones.