sustentable

Revista Beauchef - octubre 2023

El desafío de tener un país más sustentable

Si la población mundial viviera como lo hacemos en Chile, se necesitarían 2,7 planetas para mantenernos, según el cálculo de la Global Footprint Network (GFN), organización de especialistas internacionales que miden la cantidad de recursos y servicios de la naturaleza que demandamos cada año versus la capacidad que la Tierra tiene de regenerarlos. Eso nos llevó a ser la primera nación latinoamericana que, para el 15 de mayo de 2023, alcanzó el llamado “sobregiro ecológico”, fecha simbólica que señala el día del año en que agotamos nuestra reserva al demandar más de lo que el planeta puede regenerar anualmente. 

Tenemos un nivel de consumo más alto que otros países de Latinoamérica. Lo grave, sin embargo, es que el sobregiro ecológico también dice que si todo el mundo consumiera como consumimos en Chile, la Tierra no sería capaz de sostenernos, no sería capaz de regenerarse, porque consumimos materiales más rápido que sus ciclos”, explica Felipe Díaz, académico del Departamento de Ingeniería Química, Biotecnología y Materiales (DIQBM) y director del Centro de Diseño Sustentable e Ingeniería Sistémica de Procesos (ProSus) de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile.

Esta huella en el planeta es una de las mediciones que nos ayudan a saber cómo lo está haciendo Chile en términos de sustentabilidad, sin embargo, la pregunta es amplia y, como tal, su respuesta se puede dividir en muchas áreas. Tomando en cuenta rankings internacionales, nuestro lugar varía dependiendo del factor que se mida, quedando en el insuficiente “ni tan bien, ni tan mal”. 

Ambición y velocidad

Uno de los temas en que Chile destaca a nivel mundial es la protección del océano. Con siete parques y cinco reservas marinas, es el país de la región con mayor superficie marina protegida: cerca de 1.500.000 km², con 6.435 km de costa. Estamos entre los 15 países del mundo con mayor superficie con ese estatus, lo que cubre actualmente el 42,3% de nuestra zona económica exclusiva. Más de la mitad de ese territorio son parques marinos sin pesca. 

Este avance nos deja en el primer lugar en protección de océano en el Índice de Desempeño Ambiental (EPI) 2022, medición de la Universidad de Yale, EE.UU., que evalúa a 180 naciones. Pero no basta para sacarnos del número 65 en la evaluación general. 

Chile continúa rezagado con respecto a sus pares en varias otras áreas importantes de sostenibilidad, incluido el cambio climático. Como la mayoría de los países, Chile no está en camino de alcanzar cero emisiones netas de gases de efecto invernadero para mediados de siglo, sino con una alta tasa de crecimiento de emisiones que solo recientemente ha mostrado signos de estancamiento. Esto indica que tiene mucho trabajo por hacer si quiere unirse a una solución global para mitigar los peores efectos del cambio climático”, señala Martin Wolf, investigador principal del Centro para la Ley y la Política del Medio Ambiente de Yale, a cargo de la medición.

En términos de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), el país está bajo el promedio global –con 4,38 toneladas per cápita (ver mapa)–, sin embargo, muy por encima del promedio sudamericano, que alcanza las 2,48 toneladas por persona. Además, la contribución nacional a la baja global de emisiones todavía es considerada insuficiente.

El compromiso nacional es que al año 2030 las emisiones nacionales de GEI sean menores a 95 millones de toneladas de CO2 y que la suma de las emisiones entre 2020 y 2030 sea menor a 1.100 millones de toneladas de CO2. La promesa incluye también llegar a la carbononeutralidad en emisiones netas hacia el año 2050. 

En el Observatorio de Carbono Neutralidad, iniciativa del Centro de Energía (CE) y del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR2), se está monitoreando y analizando de manera independiente el nivel de cumplimiento de las metas de reducción de emisiones de Chile. Carlos Benavides, investigador del proyecto, asegura que los resultados muestran que si seguimos con los niveles de emisión actuales y con la velocidad de implementación de las medidas de mitigación, las metas no se alcanzarán, aunque por poco. “Estimamos que al año 2030 habrían 101 millones de toneladas de CO2, por lo que se estaría superando en un 7% el presupuesto de emisiones. Por otra parte, para la meta de 1.100 millones de toneladas de CO2 estimamos que vamos a estar pasados como en un 2%”, indica. Por lo tanto, hay que aumentar la velocidad de los cambios. De no hacerlo, se corre el riesgo de que las emisiones vayan al alza.

“Todavía falta mucho por implementar en medidas de mitigación. Chile está proponiendo que más del 70% del parque de camiones sea a hidrógeno verde, pero ¿cuántos hay funcionando con esa energía actualmente? A lo más uno. En la minería del cobre hay medidas bien ambiciosas y recién se están probando los prototipos o hay algunos funcionando. Lamentablemente en Chile todavía hay muchas medidas que están muy atrasadas en la implementación”, subraya el investigador del CE.

Políticas insuficientes

La lentitud y reactividad han sido comunes a la hora de aprobar normas que protejan el medioambiente. La Ley de Bosque Nativo, por ejemplo, que promueve su uso sustentable y fomenta su investigación, estuvo 15 años en trámite en el Congreso, siendo aprobada en 2007. La ley que crea el Servicio de Biodiversidad y el Sistema Nacional de Áreas Protegidas, aprobada este año, en tanto, estuvo casi una década en tramitación. El desafío ahora es que lo necesario para afrontar los impactos del cambio climático –que no hay duda afectará al territorio–, se consiga a tiempo.

Carmen Leyton, jefa de proyectos y estudios del Centro de Sistemas Públicos (CSP) de la FCFM, señala que la sustentabilidad en Chile ha ido tomando fuerza, sobre todo, en los últimos diez años. “Esto no significa que desde un inicio no hayan existido organizaciones de la sociedad civil y liderazgos políticos que llevaran este tema a la mesa, pero si bien Chile hace rato está involucrado en contener la crisis climática, a esta altura es bien reactivo en lo que ha hecho y, aunque no somos quienes más aportan al calentamiento global en términos de emisiones, sí somos uno de los países que tiene mayor riesgo y mayor pérdida en términos de biodiversidad”, asegura. 

No es el único aspecto en que como país se ha reaccionado por no haber prevenido a tiempo. Felipe Díaz señala que en términos de sustentabilidad “definitivamente estamos mejor que hace años, pero la evidencia científica que tenemos dice que no lo estamos haciendo bien”.

A juicio del académico, ha habido avances importantes en calidad del aire, con la aplicación de planes de descontaminación, también en la reducción de emisiones de GEI, pero “incluso en esas dimensiones estamos al debe. Pese a los esfuerzos, todavía hay personas que enferman, y mueren, por el aire que respiran”, sostiene. Así lo constata el informe “El aire que respiramos”, publicado por el CR2 en 2020, que indica que se producen cerca de 3.000 hospitalizaciones y 4.500 muertes al año por exposición a material particulado MP2.5, pequeñas partículas contaminantes en el aire (de menos de 2,5 micrones) que, en el caso de Chile, provienen principalmente de la quema de leña para calefacción y cocción de alimentos (94%).

La falta de prevención es patente también en el sector hídrico. Linda Daniele, directora del Centro Avanzado para Tecnologías del Agua (CAPTA), señala que estamos lejos de alcanzar el equilibrio entre desarrollo socioeconómico y el uso sostenible de los recursos hídricos. “Estamos usando los recursos de una forma intensiva y no necesariamente acorde con los requerimientos ambientales que tenemos”, sostiene. Esto está impactando la disponibilidad de agua en todos los niveles. Particularmente en las aguas subterráneas –área de estudio de la investigadora–, la situación de la zona central de Chile es dramática, con descensos de niveles piezométricos de hasta 50 metros.

Si bien existen iniciativas científicas y tecnológicas que apuntan a buscar soluciones de desarrollo sustentable, de acuerdo a Linda Daniele, no llegan a impactar al punto de conseguir mejoras rápidas en la gestión sustentable. “Hay iniciativas, tanto en la política pública como en la ciencia, que apuntan a mejorar o entregar soluciones en torno a la sustentabilidad, pero en el fondo es superdifícil que lo que se hace desde la ciencia se vea plasmado en una mejora normativa que regule o logre una mayor protección del medioambiente. Son procesos que usualmente aparecen desfasados en el tiempo con respecto a los conocimientos que se van generando”, subraya.

Desafíos

Para Felipe Díaz, el mayor desafío actual es cambiar nuestra actividad económica considerando el medioambiente. “Si miramos con una perspectiva de largo plazo, reducir emisiones no parece suficiente. Es necesario rediseñar actividades de manera significativa. Por ejemplo, cómo hacer una agricultura sin fertilizantes o cómo hacer una minería que prevenga impactos. Dar el salto a la prevención en lugar de la compensación o la mitigación como lógica”, enfatiza.

Carmen Leyton agrega que el intento de involucrar a los territorios en temas de sustentabilidad es algo que debe seguir ocurriendo, “que los distintos gobiernos locales, regionales y los municipios estén enfocados en generar políticas para enfrentar los desafíos del cambio climático. Eso significa analizar cómo tenemos políticas hídricas más eficientes, invertir en energías limpias, cómo potenciamos actividades turísticas o industriales que contaminen menos, etc. Todo esto en un contexto participativo, porque el tema de la sustentabilidad no tiene que ver solo con un ámbito, que es el ambiental, sino también el social y económico”. 

La ventaja de Chile

El gran potencial de Chile en energías renovables lo ubica en el lugar 14 a nivel global en el “Índice de atractivo de los países en materia de energías renovables” (RECAI), de la consultora E&Y. Es el país mejor rankeado de Latinoamérica y un destino atractivo para la inversión extranjera.

Para este año se espera que 74 proyectos de energías renovables entren en operación, sumando 4.318 MW de capacidad instalada al sistema, lo que va en línea con la meta de lograr el 70% de energías renovables para 2030 y la carbononeutralidad para 2050.

“Tenemos que seguir trabajando en esta carrera de la descarbonización de la matriz energética. Chile tiene mucho potencial”, dice Carmen Leyton.

 

 

 

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