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La televisión chilena nació en Beauchef

La televisión chilena nació en Beauchef

A mediados de 1960, el tercer piso del Edificio de Física de la FCFM se convirtió en el lugar más popular de la Escuela. Al rutinario tránsito de alumnos vestidos de impecable terno y corbata se sumó el paseo diario de actrices de teatro, comediantes, músicos y comentaristas que iban y venían por las escaleras del departamento, que por ese entonces se había convertido en la cuna de la televisión en Chile.

Todo comenzó tres años antes. El joven Bartolomé Dezerega recién había egresado de Ingeniería Civil Eléctrica y le ofrecieron trabajar como profesor de jornada completa, toda una rareza para ese entonces, cuando lo usual era que profesionales de prestigio dieran clases por horas en la Escuela. El objetivo de estas novedosas contrataciones era formar un cuerpo académico dedicado a la investigación.

Corría 1957 y Bartolomé tenía un desafío doble: hacer su memoria de título y comenzar a desarrollar la investigación en el área eléctrica.

Metas que también compartía con Charles Haramoto, jefe del Laboratorio de Electrónica y egresado un año antes que Bartolomé. Así fue que ambos se juntaron a conversar un día. Tenían muchas ideas, la mayoría relacionadas con el desarrollo del audio, pero el laboratorio les tenía preparada una sorpresa que marcaría la historia cultural del país.

Abandonados en unas cajas, una serie de tubos llamaron la atención de los jóvenes ingenieros. “¿Qué es esto?”, se preguntaron.

Casi 20 años antes, gracias a las gestiones del jefe de Laboratorio de ese entonces, Juan Hinrichsen, una comitiva de alemanes visitó la FCFM para hacer una demostración de la televisión de Hitler y varias partes de los aparatos quedaron en el laboratorio olvidados, hasta ese día. 

Así nació la idea de hacer un transmisor de televisión como memoria de título, a cargo de Bartolomé Dezerega; un generador de sincronismo como proyecto de Charles Haramoto; y una cámara de televisión, responsabilidad del también recién egresado Rodolfo Baffico

Sin haber visto jamás un televisor en su vida, los tres profesionales se propusieron la tarea de desarrollar la primera estación de TV del país, aventura que iniciaron con el respaldo del profesor Hinrichsen y el apoyo directo de la rectoría de la Universidad, que entregó los recursos necesarios para la construcción de los aparatos.

“El decano de ese entonces, Carlos Mori, apoyó la idea de inmediato, aunque nunca antes habíamos hecho nada relacionado con televisión. Todo estaba en el papel. Conversamos con el rector Juan Gómez Millas y nos apoyó con un importante aporte en dinero. Muchas veces yo he pensado en lo irresponsables que fuimos, porque tomamos un compromiso muy serio”, recuerda Bartolomé.

Ese mismo año, la Universidad Católica de Valparaíso realizó por primera vez en Chile una transmisión inalámbrica de televisión. Sin embargo, la experiencia porteña – que recientemente cumplió 50 años– se desarrolló con equipos industriales importados, y por ello el trabajo del trío de ingenieros de la FCFM seguía siendo un desafío tecnológico pionero para el país.

“En esa época todo el mundo tenía mucha confianza”, dice Rodolfo Baffico, “Así que nos destinaron al tercer piso del Edificio de Física para trabajar, que en esos años era el Instituto de Investigaciones y Ensayos Eléctricos”.

Absolutamente confiados en sus conocimientos de electrónica y apoyados en libros que solo les servían de referencia, Dezarega, Baffico y Haramoto dedicaron dos años al desarrollo de sus proyectos, entre 1958 y 1960.

La primera transmisión 

Su primer logro los dejó extasiados. Un logo de la Universidad de Chile pintado a mano fue la primera imagen que transmitió la cámara de Rodolfo hasta un televisor a pocos metros de distancia, en octubre de 1959: la primera señal de televisión inalámbrica hecha completamente en Chile.

El entusiasmo fue creciendo y los jóvenes decidieron celebrar su triunfo con una fiesta que también fue transmitida por señal abierta de televisión. “Había muy pocos aparatos y nadie estaba avisado de que la grabaríamos, así que suponemos que nadie nos veía”, cuenta Charles Haramoto.

Las alegres reuniones se siguieron realizando los sábados y podían verse por el canal 9, la señal que había sido asignada a la Universidad de Chile para desarrollar su estación. Pocos meses antes, en agosto, canal 13 (de la UC) y canal 8 (de la UCV) iniciaron sus transmisiones, siempre apoyados en programación envasada y a través de equipos importados. Los cerca de 50 televisores que existían en Chile en ese entonces podían sintonizar estos canales por las tardes, pero la programación no se realizaba diariamente.

Fue recién el 4 de noviembre de 1960 que el “primer canal de televisión” propiamente tal –como enunciaban los medios de la época– inició sus transmisiones. Canal 9, de la Universidad de Chile, fue el primero del país en televisar programas transmitidos en directo diariamente desde las 21.30 hasta las 23.30 hrs. Y todo desde el tercer piso del Edificio de Física de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas.

Folclor de Margot Loyola, diálogos literarios del Premio Nacional Manuel Rojas, dramatizaciones del teatro experimental, documentales, una entrevista sobre la instalación de una estación sismológica en la Antártica y una charla sobre el tamaño de las moléculas fueron los programas que se estrenaron esa noche.

El equipo técnico y artístico había ensayado casi dos meses para que las transmisiones fueran todo un éxito. “Se produjo una efervescencia muy grande en la Escuela. Desde el medio día comenzaba a llegar toda clase de personas para preparar sus números. Era una cantidad de gente muy heterogénea y rara para la Facultad”, cuenta Bartolomé, quien junto a sus compañeros recuerda cómo las actrices se maquillaban y cambiaban de ropa en los pasillos del Edificio, a falta de camarines e incluso de baños para damas, pues en esa época las alumnas de ingeniería eran tan pocas que compartían los servicios con la secretaria del director.

El inusual tránsito de ‘niñas alternativas’, como le llamaban a las emergentes estrella de TV que circulaban por Beauchef, no era lo único que llamaba la atención de la comunidad por esos días. La antena de televisión de 25 metros que sobresalía en el techo del inmueble también era un espectáculo para los transeúntes. El aparato se había construido bajo la supervisión de Haramoto, y el día que se instaló, el tránsito se detuvo.

Un helicóptero piloteado por el comandante Gustavo Leigh levantó la antena desde la elipse del Parque O’ Higgins (ex Cousiño) hasta la Escuela, donde permaneció el Canal 9 hasta poco tiempo después que finalizaron las transmisiones del mundial de fútbol de 1962, el hito que popularizó definitivamente a la televisión en Chile.

Equipos a La medida

Poco tiempo después de que Rodolfo, Charles y Bartolomé presentaran sus memorias de título, la Universidad importó más equipos de televisión para implementar el canal 9. Naturalmente, lo primero que hicieron los tres ingenieros fue desarmar los equipos y contrastarlos con los que ellos habían diseñado dos años antes.

“Eran totalmente diferentes a los que construimos nosotros. Habíamos llegado a soluciones distintas, pero nuestros aparatos funcionaban mejor porque se habían hecho pensando en la realidad chilena, con corrientes de 50 ciclos”, explica Bartolomé, pues los equipos norteamericanos estaban diseñados para 60 ciclos, lo que producía zumbidos y variaciones en la iluminación de la pantalla.

“Incluso tuvimos que intervenir los equipos nuevos y adaptarlos para eliminar el problema del ruido”, apunta Rodolfo, y agrega: “Ese período era el término de la Segunda Guerra y había que reconstruirlo todo. Si uno quería hacer cosas aquí, tenía que construirlas, no era cosa de llegar y comprarlas”.

"No vemos tele” 

A 50 años de sus primeras incursiones que hicieron posible la TV de factura nacional, Rodolfo, Charles y Bartolomé se declaran alejados de la pantalla. Si bien sólo Bartolomé Dezerega siguió una carrera relacionada con la televisión (fue gerente técnico de TVN y se dedicó 30 años a la investigación tecnológica en el área), ninguno está conforme con la televisión de hoy y dicen que simplemente, no la ven.

“En sus inicios la televisión era totalmente educativa y universitaria, ahora sinceramente no concuerdo con la orientación de la programación actual”, dice Charles. Sin embargo, esta insatisfacción no los mantiene desconectados de los debates que rondan a la TV estos días, y, los tres sentados juntos en una mesa, no logran ponerse de acuerdo en el futuro de la televisión digital. Charles Haramoto, presidente de la Comisión de Telecomunicaciones del Colegio de Ingenieros, apoya la norma norteamericana, y sus antiguos compañeros de hazaña le rebaten.

Es curioso constatar que hace 55 años, Juan Hinrichsen, inntegrante de la comisión de memoria de título de Haramoto, Dezerega y Baffico, sostenía una discusión similar con sus colegas sobre qué norma era la más adecuada para instalar la TV en Chile. En ese entonces los expertos tampoco lograban llegar a un acuerdo. Más de medio siglo después pocas cosas han cambiado. 

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